El problema soy yo

Patricio Valdivieso Espinosa

Desde el retorno a la democracia, hemos visto combatir verbalmente a la corrupción con visión ideológica; se culpó a la derecha de saquear el país, y como rechazo a su gobierno, accedió al poder la centroderecha, turnándose con la centroizquierda, que tampoco fueron santos. Luego llegaron como salvadores de la patria los de las izquierdas, pero resultaron no ser sino mafias de atracadores, bandidos, malhechores, bandoleros, que tenían entre ceja y ceja, enriquecerse; llenos de insaciables ambiciones, encegueciendo a gran parte de la gente, que sigue alucinada y anestesiada, cuando se les dice que, sólo eran un grupo de asaltantes manipuladores.

Pero realmente, ¿qué ha cambiado en el país? Nada. ¿Por qué en el Ecuador la corrupción sólo causa alarma mediática, pero no la combatimos? Sencillo: porque ya son mayoría. La corrupción en su máxima expresión, ha logrado enraizarse en nuestro actuar como ciudadanos. En gran parte del campo político: elegimos corruptos que nos beneficien individualmente, dejando de lado las necesidades colectivas; nos envuelven fácilmente en la farándula política, olvidando los verdaderos problemas sociales; nos entretienen en conflictos mediáticos, borrando de nuestra memoria, los esenciales problemas económicos que atraviesa el país.

Pero la corrupción, va más allá de los simples gobernantes: el empresario, evade impuestos y esconde las utilidades para no pagar a sus empleados y obreros lo justo; el trabajador recorta el tiempo del trabajo real, de cualquier forma; los padres buscan acomodo financiero, sin preocuparse de la formación en valores de sus hijos; los profesores, cumplen horarios y esquemas burocráticos, sin importarles la formación real de los alumnos; los estudiantes, más importancia le dan a los títulos y no al saber. El que no roba: tiempo, recursos y status es tonto; vivimos un mundo donde el honesto, el justo, el decente, es mal visto.

Es tiempo de enmendar, de reflexionar, de ponernos a pensar que estamos haciendo por mejorar nuestra sociedad. No todo está perdido, es cuestión de crear confianza desde lo individual, de hacer las cosas que nos corresponde de manera adecuada. Los políticos, los empresarios, los trabajadores, los padres, los docentes, los estudiantes, salen de nuestra propia sociedad. No idolatremos a salvadores falsos, nos corresponde a cada uno hacer las cosas bien, si queremos mejores días. (O)

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