Por el bien de Loja, hace falta

Pablo Fabián Ortiz Muñoz

En muchas ocasiones he escuchado al nuevo Alcalde hablar sobre el alto grado de corrupción existente en la Municipalidad y el apoyo que debe brindar la ciudadanía para erradicar este problema que entorpece la imagen de la institución y el grado de desempeño de la misma.

El día de su posesión habló y puso como ejemplo el centro de Matriculación Vehicular, tiene toda la razón señor Alcalde, a voz general se ha escuchaba este problema, se dice que dentro de esta dependencia existe una muy bien organizada banda delincuencial que se las sabe todas.

Otra de las dependencias que a mi muy humilde criterio debería ser auditada, incluso con intervención de la Contraloría y la participación de una veeduría ciudadanía, es la Umapal. La misma es una auténtica cloaca, por mucho tiempo han existido verdaderos atropellos a los derechos ciudadanos, que no solo han incluido actos de corrupción, también se ha observado inoperancia; incapacidad técnica; cobros indebidos y no justificados; prepotencia por parte de los funcionarios que laboran en la misma, incluso de los de más bajo rango, revestidos de una vanidad intolerable, como creyéndose dueños de esta dependencia y que sin su autorización no se mueve absolutamente nada, hago referencia sobre todo a la parte de comercialización, donde por muchos años ha permanecido sentado al frente de la misma un funcionario nefasto, incapaz y con ínfulas de capataz, al típico estilo del impronunciable, que por fin la historia le paso factura.

Tomo lo dicho por Usted señor Alcalde -El Municipio se ha burocratizado en exceso-. Si uno observa se da cuenta a simple vista, no hay que ser erudito para algo tan simple, muchos empleados y trabajadores no cumplen la más mínima función y como pierden el tiempo con sus celulares o pasan de cafecito en cafecito, ideando o confabulando como cometer actos malosos, definitivamente hay que solucionar este problema y de forma urgente; habrá que depurar, hágalo señor Alcalde, no hay diferencia entre el que roba y el que no hace nada, los dos perjudican al estado y a la ciudad. (O)