El doctor Julio César y la vejez

Ugo Stornaiolo

Se ha vuelto un oxímoron hablar en el Ecuador de políticos honestos. “Yo quisiera que ella llegue a mi edad. No pueden decirme que soy viejo y ladrón”, le contestaba a su coterránea (la tierra no es culpable de algunos hijos) Gabriela Rivadeneira, quien lo cuestionaba por la edad.

Pocos llegan a esos 88 años y más, como la doctora Isabel Robalino, con lucidez en la mente y la tranquilidad de haber entregado todo sin pedir nada. Sí, el doctor Julio César Trujillo fue un político de cepa, que hizo de esta actividad una misión de servicio.

Fueron varias sus funciones (fundador de la Democracia Popular, diputado, asambleísta, defensor del pueblo, académico, tratadista del derecho laboral y defensor de causas “perdidas”), pero vivía modesta, aunque dignamente, en su departamento de la avenida 6 de Diciembre y Colón.

Su última misión fue, tal vez, la más trascendente. Al encargo del ejecutivo de presidir el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social respondió con ánimo y buscando “descorreizar” las instancias donde Rafael Correa metió la mano cuando era presidente y se creía “jefe de todas las funciones del Estado”.

El resultado es que el Cpccs dejó sin funciones a quienes eran solo apéndices del caudillo neopopulista y serviles de una causa en la que solo creían porque les reportaba un buen salario y a algunos, jugosas ganancias en contratos y otras prebendas.

Puede criticarse que Trujillo haya pactado en 1979 con CFP, partido de Assad Bucaram, para llevar a la presidencia y vicepresidencia a Roldós y Hurtado, pero eran otros tiempos. El país salía de una dictadura y se ajustaba a esas reglas. Trujillo fue el sacrificado del desgaste del gobierno de Oswaldo Hurtado (1981-84), propiciando la llegada al poder de León Febres Cordero.

Tranquiliza saber que el legado del doctor Julio César fue instalar o ratificar en las funciones de control a personas honestas, sin los pecados de la década del terror. El mejor homenaje será que aquellos que quisieron eternizarse en el poder no vuelvan y se castigue a los correístas que lo agredieron por “ser viejo”, como si fuera enfermedad…

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