Acciones inmediatas

Giovanni Carrión Cevallos

En días pasados, al salir del Complejo Ferial de Loja, que valga decir la edición comercial Nro. 190 estuvo muy lejos de dar ese paso cualitativo que todos esperábamos para superar el tufillo parroquiano, llevé –como recuerdo- en una de mis manos una libra de bocadillos y, en la otra, una citación por la falta de la tarjeta de prepago – Simert en mi vehículo.

Esta anécdota me sirve para introducir el tema de hoy en aquello de que el crecimiento de las ciudades demanda de regulaciones encaminadas a optimizar el uso del espacio público, en el propósito de asegurar una convivencia civilizada. Su inobservancia (de forma premeditada o por descuido como fue en mi caso), como es lógico pensar deriva en la aplicación de una multa. Así, en efecto, debe ser.

Pero lo curioso es que si damos una mirada amplia a lo que sucede en la urbe, se advierte la proliferación de vendedores ambulantes, no solamente en los alrededores de los mercados, sino en casi todo lugar, generando dificultades para la libre movilidad de las personas y además problemas de seguridad dada la anarquía existente. Debemos tener presente, por ejemplo, lo que sucedía, en la ciudad de Quito, con el ‘mamaluchismo’ y su vinculación con la extorsión a las personas pobres para ocupar un metro cuadrado de asfalto, venta de drogas y delincuencia.

Por otro lado, resulta lamentable lo que sucede en la céntrica zona rosa, a cuyos vecinos se les ha privado el derecho a tener paz, pues, el ruido y los escándalos que ocasionan a diario jóvenes enajenados por el licor y las drogas, han convulsionado a este otrora apacible sector. A esto se suma la costumbre de los muchachos de ocupar –sentados- las veredas y calles, formando círculos casi perfectos. ¡Ya no hay espacio público!

Como se advierte, el desorden es mayúsculo. Requerimos de las autoridades acciones firmes e inmediatas. (O)

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