Vicente Medina lleva cuatro décadas reparando relojes en Loja

PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
PROFESIONAL. Vicente Medina Cuenca aprendió el oficio de un tío paterno. Luego se especializó en Guayaquil.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.
VARIEDAD. En su local también ofrece el servicio de elaboración de placas, trofeos y medallas.

Vicente Medina Cuenca es de esos profesionales que está convencido que Dios le da a cada persona un don especial. En su caso, asegura que ese don es el de relojero, ya que a más de ser el oficio mediante el cual lleva el sustento a su hogar, lo disfruta al máximo.

Este personaje nació hace 57 años y 40 de ellos los ha dedicado a reparar relojes y elaborar placas, trofeos, medallas, y otros objetos en la rama de la joyería.

El oficio de relojero lo aprendió de uno de sus tíos paternos, quien le inculcó los conocimientos para este trabajo. Luego, Vicente fue a Guayaquil para especializarse en relojería electrónica.

Durante toda su trayectoria de relojero, este personaje ha hecho amistades y clientes fieles, quienes siempre le han confiado el arreglo de estos instrumentos que sirven para informarse de la hora. Pero también ha tenido experiencias negativas. Una de ellas es cuando en alguna ocasión, su establecimiento fue víctima de la delincuencia. En ese tiempo, dice, casi se “queda en la calle” pero con esfuerzo volvió a levantar su negocio.

Vicente manifiesta ser un apasionado de las máquinas en miniatura que hacen que un reloj funcione. A parte de eso, señala, se debe tener una habilidad para hacer un buen trabajo. Pero también considera que Dios le dio el don para esta labor.

Este artesano se graduó de licenciado en Ciencias de la Educación y ejerció durante un año la docencia en un colegio. Pero confiesa que no le gustó ese trabajo y lo dejó definitivamente para dedicarse de lleno a la relojería.

Durante el tiempo que lleva en esta rama profesional, Vicente ha brindado sus servicios a la ciudadanía a través de su taller y almacén denominado Joyería y Relojería Suiza, que siempre ha funcionado en el sector de la calle Bolívar entre Mercadillo y Azuay, aunque en diferentes locales. Señala que el nombre de su negocio se debe a que antes los relojes suizos eran los que estaban en auge y gozaban de aceptación de las personas. “En aquel entonces, los relojes suizos eran los que primaban en todo el país”, recuerda.

Este ciudadano está casado y es padre de cuatro hijos, aunque ninguno de ellos ha aprendido el oficio, sino que adquirieron otras profesiones. En su local, su esposa es quien le ayuda en diferentes tareas que demanda el oficio. Su establecimiento atiende al público de lunes a sábado, de 08:00 a 19:00. Él invita a todos los ciudadanos a que si requieren sus servicios, acudan a su local. A cambio ofrece un trabajo profesional y amabilidad en todo momento.

EL DATO

Vicente Medina Cuenca fue profesor de colegio durante un año.

Vicente Medina Cuenca es de esos profesionales que está convencido que Dios le da a cada persona un don especial. En su caso, asegura que ese don es el de relojero, ya que a más de ser el oficio mediante el cual lleva el sustento a su hogar, lo disfruta al máximo.

Este personaje nació hace 57 años y 40 de ellos los ha dedicado a reparar relojes y elaborar placas, trofeos, medallas, y otros objetos en la rama de la joyería.

El oficio de relojero lo aprendió de uno de sus tíos paternos, quien le inculcó los conocimientos para este trabajo. Luego, Vicente fue a Guayaquil para especializarse en relojería electrónica.

Durante toda su trayectoria de relojero, este personaje ha hecho amistades y clientes fieles, quienes siempre le han confiado el arreglo de estos instrumentos que sirven para informarse de la hora. Pero también ha tenido experiencias negativas. Una de ellas es cuando en alguna ocasión, su establecimiento fue víctima de la delincuencia. En ese tiempo, dice, casi se “queda en la calle” pero con esfuerzo volvió a levantar su negocio.

Vicente manifiesta ser un apasionado de las máquinas en miniatura que hacen que un reloj funcione. A parte de eso, señala, se debe tener una habilidad para hacer un buen trabajo. Pero también considera que Dios le dio el don para esta labor.

Este artesano se graduó de licenciado en Ciencias de la Educación y ejerció durante un año la docencia en un colegio. Pero confiesa que no le gustó ese trabajo y lo dejó definitivamente para dedicarse de lleno a la relojería.

Durante el tiempo que lleva en esta rama profesional, Vicente ha brindado sus servicios a la ciudadanía a través de su taller y almacén denominado Joyería y Relojería Suiza, que siempre ha funcionado en el sector de la calle Bolívar entre Mercadillo y Azuay, aunque en diferentes locales. Señala que el nombre de su negocio se debe a que antes los relojes suizos eran los que estaban en auge y gozaban de aceptación de las personas. “En aquel entonces, los relojes suizos eran los que primaban en todo el país”, recuerda.

Este ciudadano está casado y es padre de cuatro hijos, aunque ninguno de ellos ha aprendido el oficio, sino que adquirieron otras profesiones. En su local, su esposa es quien le ayuda en diferentes tareas que demanda el oficio. Su establecimiento atiende al público de lunes a sábado, de 08:00 a 19:00. Él invita a todos los ciudadanos a que si requieren sus servicios, acudan a su local. A cambio ofrece un trabajo profesional y amabilidad en todo momento.

EL DATO

Vicente Medina Cuenca fue profesor de colegio durante un año.

Vicente Medina Cuenca es de esos profesionales que está convencido que Dios le da a cada persona un don especial. En su caso, asegura que ese don es el de relojero, ya que a más de ser el oficio mediante el cual lleva el sustento a su hogar, lo disfruta al máximo.

Este personaje nació hace 57 años y 40 de ellos los ha dedicado a reparar relojes y elaborar placas, trofeos, medallas, y otros objetos en la rama de la joyería.

El oficio de relojero lo aprendió de uno de sus tíos paternos, quien le inculcó los conocimientos para este trabajo. Luego, Vicente fue a Guayaquil para especializarse en relojería electrónica.

Durante toda su trayectoria de relojero, este personaje ha hecho amistades y clientes fieles, quienes siempre le han confiado el arreglo de estos instrumentos que sirven para informarse de la hora. Pero también ha tenido experiencias negativas. Una de ellas es cuando en alguna ocasión, su establecimiento fue víctima de la delincuencia. En ese tiempo, dice, casi se “queda en la calle” pero con esfuerzo volvió a levantar su negocio.

Vicente manifiesta ser un apasionado de las máquinas en miniatura que hacen que un reloj funcione. A parte de eso, señala, se debe tener una habilidad para hacer un buen trabajo. Pero también considera que Dios le dio el don para esta labor.

Este artesano se graduó de licenciado en Ciencias de la Educación y ejerció durante un año la docencia en un colegio. Pero confiesa que no le gustó ese trabajo y lo dejó definitivamente para dedicarse de lleno a la relojería.

Durante el tiempo que lleva en esta rama profesional, Vicente ha brindado sus servicios a la ciudadanía a través de su taller y almacén denominado Joyería y Relojería Suiza, que siempre ha funcionado en el sector de la calle Bolívar entre Mercadillo y Azuay, aunque en diferentes locales. Señala que el nombre de su negocio se debe a que antes los relojes suizos eran los que estaban en auge y gozaban de aceptación de las personas. “En aquel entonces, los relojes suizos eran los que primaban en todo el país”, recuerda.

Este ciudadano está casado y es padre de cuatro hijos, aunque ninguno de ellos ha aprendido el oficio, sino que adquirieron otras profesiones. En su local, su esposa es quien le ayuda en diferentes tareas que demanda el oficio. Su establecimiento atiende al público de lunes a sábado, de 08:00 a 19:00. Él invita a todos los ciudadanos a que si requieren sus servicios, acudan a su local. A cambio ofrece un trabajo profesional y amabilidad en todo momento.

EL DATO

Vicente Medina Cuenca fue profesor de colegio durante un año.

Vicente Medina Cuenca es de esos profesionales que está convencido que Dios le da a cada persona un don especial. En su caso, asegura que ese don es el de relojero, ya que a más de ser el oficio mediante el cual lleva el sustento a su hogar, lo disfruta al máximo.

Este personaje nació hace 57 años y 40 de ellos los ha dedicado a reparar relojes y elaborar placas, trofeos, medallas, y otros objetos en la rama de la joyería.

El oficio de relojero lo aprendió de uno de sus tíos paternos, quien le inculcó los conocimientos para este trabajo. Luego, Vicente fue a Guayaquil para especializarse en relojería electrónica.

Durante toda su trayectoria de relojero, este personaje ha hecho amistades y clientes fieles, quienes siempre le han confiado el arreglo de estos instrumentos que sirven para informarse de la hora. Pero también ha tenido experiencias negativas. Una de ellas es cuando en alguna ocasión, su establecimiento fue víctima de la delincuencia. En ese tiempo, dice, casi se “queda en la calle” pero con esfuerzo volvió a levantar su negocio.

Vicente manifiesta ser un apasionado de las máquinas en miniatura que hacen que un reloj funcione. A parte de eso, señala, se debe tener una habilidad para hacer un buen trabajo. Pero también considera que Dios le dio el don para esta labor.

Este artesano se graduó de licenciado en Ciencias de la Educación y ejerció durante un año la docencia en un colegio. Pero confiesa que no le gustó ese trabajo y lo dejó definitivamente para dedicarse de lleno a la relojería.

Durante el tiempo que lleva en esta rama profesional, Vicente ha brindado sus servicios a la ciudadanía a través de su taller y almacén denominado Joyería y Relojería Suiza, que siempre ha funcionado en el sector de la calle Bolívar entre Mercadillo y Azuay, aunque en diferentes locales. Señala que el nombre de su negocio se debe a que antes los relojes suizos eran los que estaban en auge y gozaban de aceptación de las personas. “En aquel entonces, los relojes suizos eran los que primaban en todo el país”, recuerda.

Este ciudadano está casado y es padre de cuatro hijos, aunque ninguno de ellos ha aprendido el oficio, sino que adquirieron otras profesiones. En su local, su esposa es quien le ayuda en diferentes tareas que demanda el oficio. Su establecimiento atiende al público de lunes a sábado, de 08:00 a 19:00. Él invita a todos los ciudadanos a que si requieren sus servicios, acudan a su local. A cambio ofrece un trabajo profesional y amabilidad en todo momento.

EL DATO

Vicente Medina Cuenca fue profesor de colegio durante un año.