Hay que aceptar lo que ocurrió

Jaime Durán Barba

En todos los países, después de las elecciones la prensa dice que “otra vez fallaron las encuestas”, aunque normalmente algunas fallan y otras no. Hemos estudiado encuestas durante cuarenta años y normalmente conseguimos la información correcta dentro de los márgenes de error.

Casi siempre tuvimos que analizar los resultados contradictorios de distintas empresas, pero el análisis nos permitió orientarnos adecuadamente. En Argentina hay varios consultores y encuestadores de gran nivel. Desde hace catorce años seguimos sus trabajos con atención y aprendemos de ellos.

Hace una semana tuvimos la pedantería de confiar en los resultados de todas las encuestadoras que trabajan en el país. Nadie en el mundo tuvo una información que contradijera lo que decían los estudios. Se repitió en Argentina algo que pasó en otros países en los últimos años: se equivocaron todas las encuestas, con todas las metodologías posibles, y lo hicieron en una misma dirección.

Mienten los que dicen que tenían los datos correctos y los guardaron o que con maromas estadísticas demuestran que acertaron. Hay que aceptar lo que ocurrió, hacer una autocrítica y encontrar explicaciones racionales para el fenómeno. Solo así avanzan la ciencia y la tecnología.

Todos los años se aplican miles de encuestas y, aunque la gran mayoría acierta, se producen cada vez más errores. En muy pocos casos se equivocaron todas en una misma dirección por grandes márgenes. En Colombia todas dijeron que el Sí al tratado de paz ganaría con al menos un 63%, ganó el No.

En los Estados Unidos predijeron que ganaría la presidencia Hillary Clinton y ganó Donald Trump. Pasó lo mismo con Jair Bolsonaro, a quien las encuestas le daban entre 32 y 36% y sacó 46%. En México 2018 las encuestas de la recta final le daban a AMLO un 33% de votos y sacó 53%. En México, Brasil y en las últimas elecciones ecuatorianas, personajes desconocidos derrotaron a políticos con trayectoria sin que las encuestas hayan sido capaces de detectar el fenómeno.

Aunque no existe un sesgo ideológico en los términos tradicionales de izquierda y derecha, las encuestas no están midiendo una actitud anti-establishment que aparentemente se expresa a última hora.

Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. (Fuente www.perfil.com).

Jaime Durán Barba

En todos los países, después de las elecciones la prensa dice que “otra vez fallaron las encuestas”, aunque normalmente algunas fallan y otras no. Hemos estudiado encuestas durante cuarenta años y normalmente conseguimos la información correcta dentro de los márgenes de error.

Casi siempre tuvimos que analizar los resultados contradictorios de distintas empresas, pero el análisis nos permitió orientarnos adecuadamente. En Argentina hay varios consultores y encuestadores de gran nivel. Desde hace catorce años seguimos sus trabajos con atención y aprendemos de ellos.

Hace una semana tuvimos la pedantería de confiar en los resultados de todas las encuestadoras que trabajan en el país. Nadie en el mundo tuvo una información que contradijera lo que decían los estudios. Se repitió en Argentina algo que pasó en otros países en los últimos años: se equivocaron todas las encuestas, con todas las metodologías posibles, y lo hicieron en una misma dirección.

Mienten los que dicen que tenían los datos correctos y los guardaron o que con maromas estadísticas demuestran que acertaron. Hay que aceptar lo que ocurrió, hacer una autocrítica y encontrar explicaciones racionales para el fenómeno. Solo así avanzan la ciencia y la tecnología.

Todos los años se aplican miles de encuestas y, aunque la gran mayoría acierta, se producen cada vez más errores. En muy pocos casos se equivocaron todas en una misma dirección por grandes márgenes. En Colombia todas dijeron que el Sí al tratado de paz ganaría con al menos un 63%, ganó el No.

En los Estados Unidos predijeron que ganaría la presidencia Hillary Clinton y ganó Donald Trump. Pasó lo mismo con Jair Bolsonaro, a quien las encuestas le daban entre 32 y 36% y sacó 46%. En México 2018 las encuestas de la recta final le daban a AMLO un 33% de votos y sacó 53%. En México, Brasil y en las últimas elecciones ecuatorianas, personajes desconocidos derrotaron a políticos con trayectoria sin que las encuestas hayan sido capaces de detectar el fenómeno.

Aunque no existe un sesgo ideológico en los términos tradicionales de izquierda y derecha, las encuestas no están midiendo una actitud anti-establishment que aparentemente se expresa a última hora.

Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. (Fuente www.perfil.com).

Jaime Durán Barba

En todos los países, después de las elecciones la prensa dice que “otra vez fallaron las encuestas”, aunque normalmente algunas fallan y otras no. Hemos estudiado encuestas durante cuarenta años y normalmente conseguimos la información correcta dentro de los márgenes de error.

Casi siempre tuvimos que analizar los resultados contradictorios de distintas empresas, pero el análisis nos permitió orientarnos adecuadamente. En Argentina hay varios consultores y encuestadores de gran nivel. Desde hace catorce años seguimos sus trabajos con atención y aprendemos de ellos.

Hace una semana tuvimos la pedantería de confiar en los resultados de todas las encuestadoras que trabajan en el país. Nadie en el mundo tuvo una información que contradijera lo que decían los estudios. Se repitió en Argentina algo que pasó en otros países en los últimos años: se equivocaron todas las encuestas, con todas las metodologías posibles, y lo hicieron en una misma dirección.

Mienten los que dicen que tenían los datos correctos y los guardaron o que con maromas estadísticas demuestran que acertaron. Hay que aceptar lo que ocurrió, hacer una autocrítica y encontrar explicaciones racionales para el fenómeno. Solo así avanzan la ciencia y la tecnología.

Todos los años se aplican miles de encuestas y, aunque la gran mayoría acierta, se producen cada vez más errores. En muy pocos casos se equivocaron todas en una misma dirección por grandes márgenes. En Colombia todas dijeron que el Sí al tratado de paz ganaría con al menos un 63%, ganó el No.

En los Estados Unidos predijeron que ganaría la presidencia Hillary Clinton y ganó Donald Trump. Pasó lo mismo con Jair Bolsonaro, a quien las encuestas le daban entre 32 y 36% y sacó 46%. En México 2018 las encuestas de la recta final le daban a AMLO un 33% de votos y sacó 53%. En México, Brasil y en las últimas elecciones ecuatorianas, personajes desconocidos derrotaron a políticos con trayectoria sin que las encuestas hayan sido capaces de detectar el fenómeno.

Aunque no existe un sesgo ideológico en los términos tradicionales de izquierda y derecha, las encuestas no están midiendo una actitud anti-establishment que aparentemente se expresa a última hora.

Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. (Fuente www.perfil.com).

Jaime Durán Barba

En todos los países, después de las elecciones la prensa dice que “otra vez fallaron las encuestas”, aunque normalmente algunas fallan y otras no. Hemos estudiado encuestas durante cuarenta años y normalmente conseguimos la información correcta dentro de los márgenes de error.

Casi siempre tuvimos que analizar los resultados contradictorios de distintas empresas, pero el análisis nos permitió orientarnos adecuadamente. En Argentina hay varios consultores y encuestadores de gran nivel. Desde hace catorce años seguimos sus trabajos con atención y aprendemos de ellos.

Hace una semana tuvimos la pedantería de confiar en los resultados de todas las encuestadoras que trabajan en el país. Nadie en el mundo tuvo una información que contradijera lo que decían los estudios. Se repitió en Argentina algo que pasó en otros países en los últimos años: se equivocaron todas las encuestas, con todas las metodologías posibles, y lo hicieron en una misma dirección.

Mienten los que dicen que tenían los datos correctos y los guardaron o que con maromas estadísticas demuestran que acertaron. Hay que aceptar lo que ocurrió, hacer una autocrítica y encontrar explicaciones racionales para el fenómeno. Solo así avanzan la ciencia y la tecnología.

Todos los años se aplican miles de encuestas y, aunque la gran mayoría acierta, se producen cada vez más errores. En muy pocos casos se equivocaron todas en una misma dirección por grandes márgenes. En Colombia todas dijeron que el Sí al tratado de paz ganaría con al menos un 63%, ganó el No.

En los Estados Unidos predijeron que ganaría la presidencia Hillary Clinton y ganó Donald Trump. Pasó lo mismo con Jair Bolsonaro, a quien las encuestas le daban entre 32 y 36% y sacó 46%. En México 2018 las encuestas de la recta final le daban a AMLO un 33% de votos y sacó 53%. En México, Brasil y en las últimas elecciones ecuatorianas, personajes desconocidos derrotaron a políticos con trayectoria sin que las encuestas hayan sido capaces de detectar el fenómeno.

Aunque no existe un sesgo ideológico en los términos tradicionales de izquierda y derecha, las encuestas no están midiendo una actitud anti-establishment que aparentemente se expresa a última hora.

Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino. (Fuente www.perfil.com).