La ciudad cultural

Pablo Vivanco Ordóñez

Los pueblos no cuentan con vocaciones innatas; cuentan con vocaciones históricas. Son las fuerzas sociales, sus dinámicas, sus propuestas y sus puestas en escena, las que van constituyendo las inclinaciones y predisposiciones que parecen naturales, pero que son una acumulación temporal y activa de lo que latente surgió para quedarse en la estructura misma de los pueblos.

Loja tiene la vocación histórica para la atención de las manifestaciones culturales, de la producción artística, pero también, paralelamente ha ido construyendo, criando, en ese largo y al parecer inagotable camino, climas culturales que permitan la reproducción de esas disposiciones con las que nos movemos los lojanos.

Si bien ‘la cultura’ termina siendo un concepto muy amplio, el cual a veces no nos permite reconocer sus fronteras; este concepto sigue siendo útil para pensarnos como ciudad en el mundo, como ciudadanos del y en el mundo. El atributo de ‘ciudad cultural’ o de ‘cuna de artistas’ debe ser renovado a la luz de lo ya suscitado, y ejemplo de ellos son las nuevas voces, los nuevos actores del acontecer cultural, las nuevas corrientes del pensamiento, las variadas y comprometidas instituciones, academias, espacios, en que se enseña, se practica y se fomenta la cultura en la ciudad.

Nuestro Festival Internacional de Artes Vivas debe seguir siendo una muestra de la vocación histórica de la ciudad, y los lojanos y lojanas, deben comprender que es una respuesta y una demanda de todos, porque se va comprendiendo que si bien no es la panacea a todos los males, sí es la vía que permite la humanización de la gente, de sus calles, de sus espacios, de sus rincones y sus barrios. Sigue siendo una apuesta colectiva por mirar el mundo desde la ventana de la esperanza, porque de las varias virtudes que tiene el arte, una de ellas es la posibilidad de repensar el mundo, de repensar la política, de repensar lo inmediato para detenernos a admirar lo que dejamos de ver por la agitación de la vida cotidiana. (O)

[email protected]

Pablo Vivanco Ordóñez

Los pueblos no cuentan con vocaciones innatas; cuentan con vocaciones históricas. Son las fuerzas sociales, sus dinámicas, sus propuestas y sus puestas en escena, las que van constituyendo las inclinaciones y predisposiciones que parecen naturales, pero que son una acumulación temporal y activa de lo que latente surgió para quedarse en la estructura misma de los pueblos.

Loja tiene la vocación histórica para la atención de las manifestaciones culturales, de la producción artística, pero también, paralelamente ha ido construyendo, criando, en ese largo y al parecer inagotable camino, climas culturales que permitan la reproducción de esas disposiciones con las que nos movemos los lojanos.

Si bien ‘la cultura’ termina siendo un concepto muy amplio, el cual a veces no nos permite reconocer sus fronteras; este concepto sigue siendo útil para pensarnos como ciudad en el mundo, como ciudadanos del y en el mundo. El atributo de ‘ciudad cultural’ o de ‘cuna de artistas’ debe ser renovado a la luz de lo ya suscitado, y ejemplo de ellos son las nuevas voces, los nuevos actores del acontecer cultural, las nuevas corrientes del pensamiento, las variadas y comprometidas instituciones, academias, espacios, en que se enseña, se practica y se fomenta la cultura en la ciudad.

Nuestro Festival Internacional de Artes Vivas debe seguir siendo una muestra de la vocación histórica de la ciudad, y los lojanos y lojanas, deben comprender que es una respuesta y una demanda de todos, porque se va comprendiendo que si bien no es la panacea a todos los males, sí es la vía que permite la humanización de la gente, de sus calles, de sus espacios, de sus rincones y sus barrios. Sigue siendo una apuesta colectiva por mirar el mundo desde la ventana de la esperanza, porque de las varias virtudes que tiene el arte, una de ellas es la posibilidad de repensar el mundo, de repensar la política, de repensar lo inmediato para detenernos a admirar lo que dejamos de ver por la agitación de la vida cotidiana. (O)

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Los pueblos no cuentan con vocaciones innatas; cuentan con vocaciones históricas. Son las fuerzas sociales, sus dinámicas, sus propuestas y sus puestas en escena, las que van constituyendo las inclinaciones y predisposiciones que parecen naturales, pero que son una acumulación temporal y activa de lo que latente surgió para quedarse en la estructura misma de los pueblos.

Loja tiene la vocación histórica para la atención de las manifestaciones culturales, de la producción artística, pero también, paralelamente ha ido construyendo, criando, en ese largo y al parecer inagotable camino, climas culturales que permitan la reproducción de esas disposiciones con las que nos movemos los lojanos.

Si bien ‘la cultura’ termina siendo un concepto muy amplio, el cual a veces no nos permite reconocer sus fronteras; este concepto sigue siendo útil para pensarnos como ciudad en el mundo, como ciudadanos del y en el mundo. El atributo de ‘ciudad cultural’ o de ‘cuna de artistas’ debe ser renovado a la luz de lo ya suscitado, y ejemplo de ellos son las nuevas voces, los nuevos actores del acontecer cultural, las nuevas corrientes del pensamiento, las variadas y comprometidas instituciones, academias, espacios, en que se enseña, se practica y se fomenta la cultura en la ciudad.

Nuestro Festival Internacional de Artes Vivas debe seguir siendo una muestra de la vocación histórica de la ciudad, y los lojanos y lojanas, deben comprender que es una respuesta y una demanda de todos, porque se va comprendiendo que si bien no es la panacea a todos los males, sí es la vía que permite la humanización de la gente, de sus calles, de sus espacios, de sus rincones y sus barrios. Sigue siendo una apuesta colectiva por mirar el mundo desde la ventana de la esperanza, porque de las varias virtudes que tiene el arte, una de ellas es la posibilidad de repensar el mundo, de repensar la política, de repensar lo inmediato para detenernos a admirar lo que dejamos de ver por la agitación de la vida cotidiana. (O)

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Los pueblos no cuentan con vocaciones innatas; cuentan con vocaciones históricas. Son las fuerzas sociales, sus dinámicas, sus propuestas y sus puestas en escena, las que van constituyendo las inclinaciones y predisposiciones que parecen naturales, pero que son una acumulación temporal y activa de lo que latente surgió para quedarse en la estructura misma de los pueblos.

Loja tiene la vocación histórica para la atención de las manifestaciones culturales, de la producción artística, pero también, paralelamente ha ido construyendo, criando, en ese largo y al parecer inagotable camino, climas culturales que permitan la reproducción de esas disposiciones con las que nos movemos los lojanos.

Si bien ‘la cultura’ termina siendo un concepto muy amplio, el cual a veces no nos permite reconocer sus fronteras; este concepto sigue siendo útil para pensarnos como ciudad en el mundo, como ciudadanos del y en el mundo. El atributo de ‘ciudad cultural’ o de ‘cuna de artistas’ debe ser renovado a la luz de lo ya suscitado, y ejemplo de ellos son las nuevas voces, los nuevos actores del acontecer cultural, las nuevas corrientes del pensamiento, las variadas y comprometidas instituciones, academias, espacios, en que se enseña, se practica y se fomenta la cultura en la ciudad.

Nuestro Festival Internacional de Artes Vivas debe seguir siendo una muestra de la vocación histórica de la ciudad, y los lojanos y lojanas, deben comprender que es una respuesta y una demanda de todos, porque se va comprendiendo que si bien no es la panacea a todos los males, sí es la vía que permite la humanización de la gente, de sus calles, de sus espacios, de sus rincones y sus barrios. Sigue siendo una apuesta colectiva por mirar el mundo desde la ventana de la esperanza, porque de las varias virtudes que tiene el arte, una de ellas es la posibilidad de repensar el mundo, de repensar la política, de repensar lo inmediato para detenernos a admirar lo que dejamos de ver por la agitación de la vida cotidiana. (O)

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