Tenencia de armas

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Nuestro pueblo está cansado de mentiras por parte de los gobernantes; nos quieren meter la idea de que el porte legal de armas es una gran solución para lograr la seguridad de los ciudadanos. No nos apartamos de los permisos controlados y regulados por las autoridades competentes, pero la pregunta que nos hacemos es: ¿Dónde está el marco legal actualizado que protege al que usará el arma?

Desafortunadamente, quieren engañar al pueblo, pues si bien es cierto que han lanzado el decreto que legaliza la tenencia y porte de armas, pero no se comprometen a legislar sobre una buena ley que proteja y exculpe al que llegaría a utilizarla en legítima defensa.

Debemos alertar a la ciudadanía a que no caigan en la ilusión de tener un arma, hasta que la Asamblea actualice la Ley que defienda al padre de familia, al dueño de empresa y al finquero, que en el uso de sus facultades utilice el arma para defender a los suyos.    

Las autoridades son timoratas y no se arriesgan como en los Estados Unidos, que la Ley ampara al ciudadano y ésta es clara para el que asesine a un delincuente dentro de su domicilio, empresa o finca y en defensa propia no tenga que ir a la cárcel.

Solo en estos casos se convierte en una ley equitativa y positiva, caso contrario no conviene portar un arma, porque deberá asistir a juicio y ser privado de su libertad. No sabría si es más conveniente dejar violar y asesinar a los miembros de la familia, que enfrentar un juicio aunque se desmiembre a la familia con toda fatalidad y gastos que deberá enfrentar por falta de una ley actual y moderna que garantice la vida y la paz del hogar.

El pueblo en su desesperación podría dejarse llevar por falsas ilusiones de parte de las autoridades, de la oferta maquiavélica de portar un arma, sin embargo, no es menos cierto que podrían sufrir un desengaño y tener que llegar hasta la cárcel sin ninguna ley efectiva que lo exculpe.

Hasta que dejen de engañar a los ciudadanos y se preocupen de verdad en entregar el marco legal concomitante al Decreto del porte de armas, que Dios nos ampare. 

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