EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS

Pablo Fabián Ortiz Muñoz

Que adagio tan bien dicho, pero será que encaja en el convivir ciudadano, que pasa con los ecuatorianos, es que acaso no vemos la realidad, es impresionante salir a realizar las compras diarias o ir al mercado semanal y ver que todos los productos están por las nubes, este es el país que nos prometieron, este es el presente que nos merecemos.

Nos dicen que el mercado se juega en base a la oferta y la demanda sobre los bienes y servicios, que estos factores influyen directamente en el incremento o disminución de los precios, que como consumidores pagamos, con el afán de satisfacer nuestras necesidades.

Desde la perspectiva económica de Gregory Mankiw, ¡Esto es el mercado!, el mismo se compone de un grupo de compradores (demandantes) y vendedores (oferentes), los cuales intervienen en forma conjunta para generar una oferta y una demanda sobre un bien o servicio.

Para buen entendedor bastan estas palabras; pero como ciudadanos comunes, ¿Nos preguntamos?, es que acaso ciertos factores sociales y políticos no intervienen también en este juego, por decirlo así la incertidumbre que vivimos la gran mayoría de los ecuatorianos, sobre nuestro futuro, derivada de las malas políticas gubernamentales, que no permiten la inversión extranjera o nacional; el aislamiento comercial, que mantenemos como país, con mercados estratégicos, no permitiendo el flujo de bienes y servicios, así como, de capitales; la intolerable corrupción, que rompe con los esquemas del buen vivir y el desarrollo productivo del país; ministerios creados como elefantes blancos, cuya función es equilibrar las reglas del mercado, a través de la generación de políticas claras y a largo plazo, que al pasar del tiempo, nada de nada.

Estoy de acuerdo con la protección de la industria nacional, como todo buen ecuatoriano; pero también creo en la competencia, pues esta nos enseña a perfeccionarnos y ser cada día más eficientes.

La pregunta es, está nuestra industria, nuestro sector agropecuario, nuestro sector empresarial, sea, pequeño, mediano o grande, en la capacidad de satisfacer tan solo nuestro mercado interno.

Ojala mañana nuestro limitado sueldo nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, que desde ya se ven limitadas al mismo; que los productos no escaseen o se incremente su precio, ojala la oferta y la demanda no nos jueguen una mala jugada, o simplemente Maquiavelo no se haya equivocado y el fin no justifique los medios. (O)

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