Digamos algo

Adolfo Coronel Illescas

Me atrasé o descuidé, pero jamás me olvidé por mi edad, porque no creo en los años con formato de almanaque, simplemente no coincidió el Día del Amor y la Amistad con el día domingo que aparece esta columna de opinión.

Pero digamos algo. Que este apasionado día en honor a San Valentín, transcurrió con la concurrencia de varias expresiones, aunque ausente de la antigua moda de cosas “tiernas”, poéticas y románticas, “Me entrego a ti enamorado/ con todo mi sentimiento/ acógeme a tu costado/ antes que me lleve el viento”. Una galantería “cuando me hablas lo haces con tanta ternura, que solo un te quiero, todo me lo cura”. O como buen lojano, músico, compositor y poeta una copla: “Por tus ojos fui cantante/ compositor por tu boca/ por tu mirada coqueta/ me he convertido en poeta”.

Ahora la juventud enamorada se ahorra las palabras porque más le gustan los hechos, sin darse cuenta que “las palabras nos atan y nos desatan, nos cubren y descubren, nos estrujan y enojan, son protesta, canción y verso. Orgasmos y rituales, desvelos y nombres de amor, sentencias y dolor”, palabras que hoy son moribundas según la expresión coloquial de Oswaldo Paz y Miño. Qué decir de la advertencia del célebre Paulo Coelho, “Todos los amantes, de cualquier sexo, son alertados de que el amor, además de ser una bendición, también es algo extremadamente peligroso… Y si eligieron algo que es parte de la vida tienen que aceptar tanto la agonía como el éxtasis de su elección”. Sin duda para evitar una decisión como esta “De soltera quise ir/ a la casa de los serios/ ahora quiero salir/ aunque sea al cementerio”.

También hay heridos por el amor que son mucho más numerosos: “Por amarte/mutilé mi cuerpo/ hasta alcanzar mi alma/ y lastimarla./ Por amarte demasiado/ mi corazón suicida/ me suplica con el llanto más desesperado/ que por ti me quite la vida”, son versos del joven poeta Alejandro Carrillo. Sin embargo, para los que han sido golpeados por una flecha perdida disparada desde el arco de Cupido, que han recibido un cariño endulzado con hiel, o rehúyen “A la verdad inexplicable de vivir”, dicen que la medicina se llama Tiempo. Y como no hay tiempo ni espacio para más, digamos algo: En el Amor unos cantan lo que saben y otros saben lo que cantan. (O)

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