La abogacía, noble profesión

Manuel Salinas Ordóñez

Los profesionales del Derecho, celebramos el Día del Abogado recordando el doctrinario decálogo de Eduardo Couture que guía nuestra actividad. La nobleza de la profesión no atiende ni puede ser identificada por los duros comentarios que se realizan sobre ella.

Somos luchadores por el Derecho, pero tenemos muy claro que si se encuentra en conflicto el Derecho y la Justicia debemos luchar por la justicia. La parte más difícil de nuestra profesión es distinguir lo que es justo. Si la justicia significa dar a cada quien lo que le corresponde, no debería transformarse la verdad material.

La realidad de los hechos (verdad material) solamente la conocen las partes involucradas en un conflicto y jamás el Abogado debe transformarla para alcanzar una decisión favorable. Si se formaliza una errada versión de los hechos, el juzgador no podrá dar a cada quien lo que le corresponde, de ahí la responsabilidad profesional.

La lealtad, es otro valor del profesional del Derecho, pero ésta también debe provenir del cliente, puesto que, si el Abogado es leal y defiende sus derechos ante otro profesional, lo menos que puede hacer el cliente es ser leal con su Abogado.

El estudio es una actividad que, a diferencia de las otras profesiones, no termina jamás, al ser una profesión social y dialéctica, la transformación permanente de las normas jurídicas nos obliga a asimilar la transformación normativa diariamente, y resulta muy fácil aprenderlas, lo difícil es reconocer su naturaleza, pertinencia y aplicarlas en determinado caso, para ello, se debe “pensar”, ahí la dificultad de ejercer la profesión. El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. Así lo enseña el referido autor.

Mediante esta reflexión pretendo reconocer la labor de los colegas y permitir que la sociedad reconozca y valore nuestra profesión. (O)

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