Consumir mitos

Jorge Zaruma F.

Con frecuencia nos enredamos en juegos mediáticos. Las élites y sus discursos generan conceptos, preceptos y prejuicios que llegan a nosotros por los medios, y logran establecer posiciones. Sin embargo, no hago alusión a discursos o conversaciones explicitas, sino a objetivos implícitos que son más nocivos.

Por ejemplo, la xenofobia es un producto que venden los políticos a través mensajes segregacionistas sin mostrar posturas xenófobas. El problema es que, no solo nos convertimos en consumidores de prejuicios, sino en sus principales productores, pues nuestras posiciones se dan en razón de lo cognitivo, es decir, de la abstracción de conocimiento ofertado por las élites y amplificado por los medios.

Estos mensajes nos unen porque siempre buscamos culpables, porque preferimos adoptar posiciones ya edificadas a crear nuevas y nos es más cómodo andar por caminos marcados en lugar de abrir sendas. La migración venezolana en Ecuador es un ejemplo claro de xenofobia y de cómo se fomentan las prácticas discriminatorias, pues el discurso se aloja en el corazón de la discriminación.

En Ecuador, los extranjeros en prisión representan casi el 8%, y menos del 2% son de Venezuela. ¿Qué hacemos con el 92%? ¿No importa? La criminalización no es el camino, por lo que tampoco tendrá resultados. En España, el 5% de los presos son ecuatorianos; más del doble que venezolanos en Ecuador. Sin embargo, no todos los ecuatorianos somos delincuentes. El migrante no es enemigo.

Muchos estudios desvinculan la migración de la delincuencia, de hecho, aluden que los migrantes son más resistentes a actos delictivos que los nativos. Sabemos entonces que, los verdaderos enemigos son lo problemas estructurales, como la pobreza, desempleo e inequidad, y no la migración. Es hora de entender realidades, y no consumir mitos. (O)

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