Qué sentido tiene hoy la vida

Andrés Ontaneda

Sentado en el sofá, en un lado con un viejo libro del siglo XIX y al otro con un teléfono colapsado de crónicas que nos enferman, me decidí por el primero y me cité con un viejo sabio llamado Luis Anneo Séneca, quien hacía esta pregunta: ¿Cómo se le da sentido a una vida así?

En este encierro al pasar los días se van agotando las ganas y la ilusión, donde la medicina y la religión se vuelven la única opción para sobrevivir en esta guerra mundial. Sin desmotivar, la brecha social se expandirá, el desempleo aumentará, y saldremos con una incógnita en nuestra cabeza si luego de esto: ¿Seremos mejores personas o qué pasará?

En nuestro país, más allá de unirnos en un buen partido de fútbol, lo hicimos en un terremoto y luego en un paro nacional, nos queda una alta probabilidad para soñar. Pero a otros ni eso los conmovió, siguen perdiendo el tiempo y la vida corre, de seguro, cuando llegue la muerte tendrán demasiado tiempo para enmendar.

Estoy seguro que la mayoría volverá a recuperar su felicidad, y disfrutará de las buenas relaciones y retomará el mundo que se apagó días atrás, pero, como los humanos somos escépticos, quedará lo malo y más aún en la política permanecerá el ejemplo de que aunque la ciencia, o la experiencia sirvieron para encontrar una oportunidad para mejorar, seguirán buscando votos en escenarios que lo único que hacen es demoler a sus oponentes y olvidar lo realmente importante hoy, que es la vida humana.

Hemos llegado frágiles, y de pronto no salgamos tan fuertes, pero si seguimos con la holgazanería, la codicia, la frivolidad, o más preocupados por su peinado que por su dignidad, o por su vida no podremos señalar a nadie si uno no se mira y escucha por sí mismo, la desidia será el virus que jamás hemos matado, solo la conciencia me da ese algo de esperanza para volver a empezar. (O)

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