¿Dónde estuvo Lenín Moreno?

Observando con escepticismo los últimos acontecimientos políticos, me he hecho frecuentemente una pregunta: ¿dónde estuvo Lenín Moreno, ciego, sordo y mudo, durante los diez años del nefasto gobierno correísta? ¿Acaso no lo integró, como todos conocemos, en el más alto nivel? ¿No se enteró de las violaciones constitucionales y legales, de la destrucción y sometimiento de nuestras débiles instituciones, del inmoral y dispendioso gasto público, del inconsulto endeudamiento, de los insultos y agravios a quienes criticaban y disentían, del atropello a las libertades, de la corrupción sin fiscalización?

¿No supo del violento asalto al Tribunal Supremo Electoral para obligar a sus integrantes a aceptar la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente? ¿No se enteró de la destitución arbitraria de cincuenta y siete diputados y su sustitución, después de una vergonzosa farsa, por los suplentes de los manteles? ¿No leyó el primer “mandato constituyente”, que otorgó a los asambleístas los plenos poderes y subordinó a su voluntad todo el orden jurídico? ¿No leyó las normas del tramposo “régimen de transición” que prorrogaron retroactivamente su período vicepresidencial y permitieron su reelección?

¿No se enteró de que el Tribunal Constitucional se autoproclamó ilegítimamente Corte Constitucional para ejercer atribuciones que no le correspondían? ¿Qué dijo -y dice ahora- sobre la injerencia en la administración de justicia y el sometimiento de los jueces a los designios del poder, en una velada práctica de corrupción? ¿Qué hizo para evitar los juicios denigrantes y manipulados contra los autores de ‘El Gran Hermano’ y contra integrantes del diario ‘El Universo’? ¿O sobre la quiebra de los medios de comunicación incautados, que hicieron, en una campaña desigual, propaganda a su favor?

¿Acaso no conocía los cuestionamientos a Jorge Glass y, sin embargo, lo aceptó como su candidato a la vicepresidencia? ¿Quién financió esa campaña? ¿No participó en ostentosos viajes con decenas de invitados? ¿No conoció que para pagar su innecesaria estadía en Ginebra y otorgarle recursos del estado sin ser funcionario público se reformó con dedicatoria un decreto, no obstante que dos días después, diligente y oportuno, solicitó no “menos de un millón seiscientos mil dólares”? Sí, lector, ¿dónde estuvo Lenin Moreno durante los diez largos años del correísmo, que no vio, no oyó ni dijo nada?

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