Redacción VENTANAS
Nuevamente la carretera Estatal 25 se tiñe de sangre tras registrarse la madrugada de ayer un aparatoso accidente de tránsito que dejó como saldo dos muertos y 10 personas gravemente heridas.
Este hecho se produjo cuando un furgón de la empresa Servientrega, que circulaba desde Guayaquil hasta Quevedo, y un bus de transporte interprovincial, que cubría la ruta Esmeraldas-Guayaquil, se impactaran frontalmente.
En el lugar del accidente se especulaba que todo se dio por la fuerte lluvia que azotó a varios cantones de la provincia de Los Ríos, lo que provocó que parte de un cerro, ubicado en la vía Zapotal-Ventanas, sufriera un deslizamiento ocasionando un deslave.
Sin embargo, el director de la Comisión de Tránsito del Ecuador, José Loor, explicó que esas versiones serían antitécnicas y que las investigaciones continúan. “La causa se la determinará haciendo la inspección ocular técnica, visualización de videos de kit de seguridad, informe pericial y criminalística. Sin embargo, resalto que se trató de un choque frontal”, expresó.
Consecuencias
La primera víctima mortal fue identificada como Francisco Muñoz Loor, de 55 años, quien manejaba el vehículo tipo furgón.
Su cuerpo quedó atrapado entre los fierros retorcidos y la extracción habría demorado cerca de una hora. Luego fue llevado hasta la morgue del cantón Ventanas donde llegaron sus familiares quienes no podían creer lo ocurrido.
Janeth Muñoz explicó que su hermano había salido a la medianoche del viernes desde Guayaquil para llevar una carga hasta Quevedo; sin embargo, al amanecer les notificaron vía telefónica de su muerte.
El cadáver fue trasladado de regreso a Guayaquil donde iba a ser velado. Deja tres hijos en la orfandad, dos son menores.
La otra víctima fue identificada como Xavier Cortes, de 32 años, quien se desempeñaba como conductor del transporte interprovincial Esmeraldas.
Aunque fue sacado con vida y llevado hasta el hospital del IESS, en Babahoyo, en horas de la tarde se notificó su muerte.
En los exteriores de la casa de salud sus familiares desbordaron en llanto, pues aunque sabían que solo un milagro podría salvarlo, ellos guardaban la esperanza de que se salvara.
El hombre actualmente residía en Quito y toda su vida se había dedicado a laborar como chofer. Era padre de un menor de 10 años. (MZA-KAT)