Vendedores informales

Ronny Correa-Quezada

En las últimas décadas el crecimiento de la ciudad de Loja ha cambiado y se hizo más complejo; la crisis del agro, la incapacidad de los sectores manufactureros y de servicios para absorber la fuerza de trabajo, sumadas al desempleo y al desplazamiento de población del sector rural hacia la ciudad han originado la presencia de un importante número de personas (y familias) dedicadas a las ventas informales.

Estos procesos ocasionan que se configure un mercado de trabajo informal urbano con varios matices; conformado por hombres, mujeres y niños motivados por el imaginario colectivo de nuevas oportunidades y una mejor calidad de vida en la ciudad y en muchos de los casos obligados a adoptar opciones de subsistencia mediante la auto creación de ocupaciones en las cuales es relativamente fácil su inserción.

Según datos del Municipio de Loja aproximadamente 650 personas se dedican permanentemente a ventas informales dentro y en los alrededores de los mercados Gran Colombia y Centro Comercial Loja, esto sin contar los “vendedores ocasionales informales” que vienen de otros lugares, sobre todo de la Costa del Ecuador, así como de la República del Perú y de Venezuela.

Este es un problema “pendiente” que merece especial atención por parte del Alcalde (en su tercer periodo) y su equipo de trabajo. Cuestión compleja ya que si bien es cierto el derecho al trabajo es esencial para todas las personas en la sociedad, la presencia de estos vendedores hace que las calles y aceras se conviertan en mercados informales que complican el tránsito de vehículos, así como la movilidad de las personas, a más de problemas de imagen de ciudad, salubridad e higiene. Debe entenderse que el problema también es cultural, ya que la oferta (venta) de productos existe porque las personas los demandan (compra). (O)

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