Los incendios forestales

Pensábamos que los pobladores del suelo ecuatoriano trátense del sector rural o urbano habían hecho conciencia de no maltratar a la naturaleza que prodigiosamente nos ha regalado el Ser Supremo y es que no aprendemos no por ignorancia sino por mala fe y todavía no alcanzamos a entender que el hombre es el principal depredador de todas las maravillas que constituyen nuestro entorno.


Después que en años anteriores vimos cómo algunas provincias ecuatorianas fueron desbastadas en cientos de hectáreas por el fuego devorador provocado en más del 90% por depravados y enfermos que no aprecian ni entienden que el daño que irrogan es general en toda la población; luego de generar gastos ingentes que se producen en combatir flagelos y emplear material humano donde arriesgan su vida para proteger las comunidades, hemos vuelto a vivir la pesadilla que en esta última semana del mes de agosto/15 en los Cerros del Auqui situados en la parte oriental de la provincia de Pichincha se acaban de consumir más de 300 Has de bosques por unos desprevenidos jóvenes que sí tienen conciencia de lo que hacen y que sabemos han sido detenidos; las autoridades haciendo un trabajo de hormigas entre el Cuerpo de Bomberos, Policía, Ejército y Sociedad Civil que habitan esos lugares lograron en tres días sofocar el incendio.


El interrogante es: ¿O son muy graciosos estos adolescentes o es que cuando pisaron la escuela y el colegio no les enseñaron entre los valores que hay que cuidar lo que la madre tierra nos brinda y no destruir el ecosistema donde una variedad de animales rastreros y aves de vistosos colores, mueren porque no alcanzan a huir del fuego devorador? Acaso que no saben que los incendios se alimentan por el oxígeno del aire que aviva la combustión y que en esos lugares altos de difícil acceso donde no llegan los caminos carrosables y el hombre tiene dificultades para hacerlo, los fuertes vientos que cambian de dirección en pocos minutos avivan las llamas destructivas que es difícil combatirlas. Lo que sucede no es cuestión de desconocimiento sino que algunos son piromaniáticos que se alegran cuando se dan estos nefastos accidentes reflejando que nada les importa el sufrimiento de los demás ni tienen piedad por la flora, la fauna y los minerales del suelo que también son afectados.


Lo importante es que ya hay responsables que deben ser sancionados para reparar los daños y recuperar los gastos que se ocasionan, esto no es cuestión de milagros sino de realidades tangibles que no tienen retroceso y que dejan marcadas una huella de mala fe que no tiene nombre. Que Esmeraldas está alerta a la acción de los piromaniáticos de oficio que también nos han hecho vivir momentos difíciles, máximo que nuestro casco urbano tiene montañas que nos circundan y que rodean la Refinería y los tanques de Balao que en otros momentos nos alteraron los nervios por la pésima costumbre de quemar potreros en los meses de septiembre y octubre. Estamos advertidos y que las autoridades actúen.