Lo que todos callan

El periódico alemán Die Welt publicó el domingo pasado un estremecedor reportaje sobre la conducta de muchos refugiados a los cuales Europa, en este caso concreto Alemania, ha abierto las puertas para librarlos de las atrocidades del Califato Islámico. En los centros de refugiados son recibidos sin separarlos ni por nacionalidad ni por religión. Resultado inmediato y unánime: la mayoría musulmana agrede, insulta, veja a las minorías tanto cristiana como de otra rama del islam. Les amenazan con la muerte, después de obligarles a cumplir sus normas de ayuno. Una familia decidió regresar a Irak por no soportar los malos tratos; las quejas no son ni atendidas, peor solucionadas, pues los responsables de los campos son musulmanes.


Las autoridades alemanas se niegan a separar a los diferentes grupos aduciendo que “también los musulmanes muy devotos deben aprender a vivir con personas de otras religiones”. El resultado es evidente y trágico, lo comenta Max Klinberg, miembro de la International Society for Human Rights: “Saquémonos de la cabeza la idea de que todos los refugiados son defensores de los Derechos Humanos, buena parte de ellos vive su religión con una intensidad por lo menos comparable con los Hermanos Musulmanes” (estos son un grupo radical de larga existencia y probada violencia, fundado en Egipto). Klinberg denuncia la violencia que llega incluso al asesinato, sobre todo entre sunitas y chiítas, pero “quienes más sufren de este crimen son los cristianos y los yazidíes”.


Die Welt cita a un refugiado sirio en Giessen: entre los acogidos parece que se han infiltrado seguidores del Califato, pues gritan las mismas suras del Corán que declaman los degolladores en Siria.


Estos y otros hechos nos llevan a la reflexión. El interés de repoblar Europa y de disponer de mano de obra disfrazados de filantropía y de buenismo no deben cegar a los políticos: abrir las puertas a refugiados que respeten las formas de vida y criterios occidentales, con muestras claras de ello, de lo contrario, no, pues se trata de un suicidio a cortísimo plazo.