La Iglesia y Marx

Según un diario capitalino, un connotado sacerdote habría declarado que “las teorías de Carlos Marx y de la Iglesia Católica tienen mucho en común. Ambas tienden hacia el humanismo y a la lucha por la justicia social”. El católico de a pie sabe que ambas tendencias hacia el humanismo (la marxista falsa) no se pueden identificar, pues la una tiene su referencia esencial en Dios (“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, Génesis), la otra se proclama ateo (“El hombre hace a la religión … ella es la realización fantástica de la naturaleza humana…”, Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel); el católico confía en Dios (“Padre nuestro… danos hoy nuestro pan de cada día”, Evangelios), el marxista solo en el hombre (“Mientras más confía el hombre en Dios, menos se posee a sí mismo”, Economía Política y Filosofía).


¿Son iguales la lucha por la justicia social en el marxismo y en el catolicismo? De ninguna manera. La doctrina de Jesús, y su ejemplo, nos obligan a amar al prójimo y a buscar su bien (“Amar al prójimo como a uno mismo”, Evangelios), el marxismo enseña la lucha de clases como único camino para alcanzar esa justicia (“La existencia de las clases se reduce a ciertas luchas definidas, históricas, unidas al desarrollo de la producción. La lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado…”, Carta a Weidemeyer).


La preocupación por los más débiles y necesitados comenzó con Jesús en Galilea (“Los ciegos ven , los pobres son evangelizados…”, Evangelios), no es una consecuencia o reacción al marxismo, como afirman algunos, y se mantuvo incólume a lo largo de los siglos; ello sin olvidar que los católicos sostenemos con San Pablo “que no tenemos aquí una ciudadanía permanente”, sino que esperamos la salvación eterna; el materialismo comunista niega toda vida espiritual, presente y futura.


Por estas y por muchas otras razones el papa Pío XI declaró que el “comunismo es intrínsecamente perverso” (Divini Redemptoris), no solo “circunstancialmente”. Acaba de morir André Glucksmann, conviene leer sus críticas al marxismo.

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