Incremento del pasaje

Hay un dicho popular que dice: “que nadie compra pan para vender pan” y si en una determinada profesión donde desenvolvemos nuestras actividades cotidianas no nos va bien, por lógica y sentido común estamos obligados a buscar otra fuente que satisfaga nuestros intereses.

Los señores del volante se venían quejando de que los precios de los pasajes tanto a nivel urbano como intercantonal y provincial se mantenían congelados por más de una década y que prácticamente trabajaban a justas y a pérdidas por el alto costo de los repuestos, los malos caminos que dañan los automotores y las subidas del precio de llantas y otros implementos.


Hasta allí considero que a nadie nos cogió de sorpresa que en el caso de Esmeraldas el transporte urbano haya subido cinco centavos de dólar y para la tercera edad, discapacitados y niños se mantiene en el 50% del valor total. De igual manera se incrementaron los precios en el transporte interprovincial que el público asimiló estoicamente.

Los señores taxistas con pleno derecho y siendo un ala de esta profesión, resuelven subir los precios de la carrera mínima, otro valor por el arranque, otro por minuto de espera y de manera proporcional el valor de la carrera de acuerdo con el kilometraje que marque el taxímetro; naturalmente tomando la disposición que emana del Concejo Municipal que tiene a cargo el transporte a nivel nacional.


Todo ser humano defiende lo suyo y eso se convierte en una norma universal. Pero debemos pensar que el usuario es la causa primordial que nos habilita en nuestro trabajo. No olvidemos que los señores del volante tienen algunas conquistas y exoneraciones en sus herramientas de trabajo, que el ciudadano común no posee y si los gobiernos conceden privilegios a ellos deben ser más conscientes con el que por necesidad se ve obligado a utilizar sus servicios.

No sé si habrá cambiado la Ley, pero los profesionales del volante que compraban carros para el taxismo obtenían una gran rebaja del valor del vehículo, porque se les exoneraban los impuestos y que en el caso particular de otros valía el doble.


Eso no está mal; pero en el país no hay ciudadanos de primera y segunda clase y el derecho nos asiste a todos y no debe de discriminarse al resto de la población, lo que me obliga a poner como ejemplo el por qué no se libera el impuesto al maestro que teniendo que desplazarse a centros rurales también debería exonerársele.