¡Mala suerte y actos de buena fe!

César Eduardo Briceño Toledo

Cuando el gobierno quiere justificar los crasos errores que se producen en la administración pública, con sus conmilitones, echa la culpa a la “mala suerte” como el negociado ¿para quién o quiénes? Sobre la compra de los helicópteros Dhruv, en más de 50 millones de dólares, que de los siete, cuatro se accidentaron; aunque, hubo voces como del general Jorge Gabela que oportunamente reveló la inconveniencia de su adquisición y luego murió en circunstancias sospechosas de asesinato.

La compra de los terrenos de Samanes, pertenecientes al Issfa por parte del Ministerio del Ambiente, presidida en ese entonces por Marcela Aguiñaga, en 48 millones de dólares, cuando el valor catastral municipal señalaba siete millones de dólares. Habiendo un supuesto perjuicio de 41 millones de dólares, ha sido calificada con “actos de buena fe”. ¿Y los convenios de financiamiento con China, los contratos hidroeléctricos, los contratos petroleros, las carreteras, el gasto propagandístico, los reaseguros, la construcción el Aromo, o Monteverde, sin participación de los entes de control?

Ramiro González, al formar parte del gobierno se lo consideró como el funcionario más eficiente; a instancias del IESS, formó su propio movimiento “Avanza”, que cautivó a los oportunistas de siempre, en vista de que podía contratar a mansalva al personal administrativo y de salud. Al alejarse de la agenda del gobierno, entonces el actual Presidente del Consejo Superior Richard Espinosa, empezó a develar las múltiples falencias en las que había incurrido el exfuncionario.

Bulla tras bulla, ya tuvimos el caso Assange, la intervención a la Universidad Andina, la persecución a Bonil, y Ecotel Tv, en Loja. En pocos días probablemente haya otro. Los politiqueros son expertos en vivir o crear los fantasmas del rumor. (O)