Con más impuestos la cuesta arriba del país se vuelve más empinada. El incremento de precios a licores, tabacos y bebidas dulces casi oficializa el contrabando que ya se realizaba desde hace un año por las pésimas salvaguardias arancelarias. El mercado negro o informal fronterizo se afianza con las supuestas medidas ‘creativas’ del correísmo que parecen diseñadas para mejorar la producción y la industria en Colombia y Perú.
Esta propuesta disminuye el consumo, los bares y restaurantes locales y el sector turístico en general se encadenarán al desempleo masivo. En un año electoral y de recesión, el Régimen, ante los serios problemas de liquidez que le aquejan, opta por pagar los sueldos de su burocracia vía impuestos a la gente, extender las deudas y desaparecer las pocas fuentes de empleo.
Un escenario crítico e inadecuado. Por un lado, la deuda externa disparada, con chinos a la espera de que aumente el precio del petróleo, con pagos incumplidos en el IESS, retrasos con los Gobiernos Autónomos Descentralizados; proformas listas en cada ministerio, subdirección y terciaria; gastos de propaganda y facturas de eventos y sabatinas acumuladas.
Muchos subsidios estatales sin revisión a pretexto de amortiguar el impacto, una tarifa de combustibles sin focalizarse, la construcción de obra pública a medias, el engorde torpe del sector público perpetuo, un modelo de educación superior colapsado con cuatro elefantes blancos disfrazados de universidades al frente, una supuesta matriz económica traspapelada y más de un millón de cocinas de inducción embodegadas. Tristes cifras, inciertas, impresentables, inoportunas e incómodas para la agenda del próximo gobierno.
Lo bueno de todo es saber que faltan pocos meses para evaluar resultados y auditar el gran proyecto fallido de la década. Lo malo es que las carreteras y puentes quedan, pero el hambre mata. Se trata de un monstruo obtuso y necio llamado Estado, que nació de una falacia, creció enmascarado y morirá por su propio enredo.
[email protected]
@klebermantillac