Votar con inteligencia

ATILIO RUGEL ALBÁN

“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano”, Voltaire. Hay personas que jamás pensaron incursionar en el campo político, pero de un momento a otro toman la decisión de incluirse en ese territorio, porque poseen un sexto sentido y al no haber logrado nada en sus años de trabajo, a pesar de ser profesionales de carrera y como son poseedores de un olfato especial especulan en un cambio de actitud, porque tienen el ejemplo de amigos que como sabemos decir “de la noche a la mañana amasan grandes fortunas” porque encontraron el camino más fácil, no así, en sus profesiones que apenas les dan para subsistir con sus familias. Entonces, surge en su interior un interrogante ¿por qué otros sí y yo no? De esta manera, con una claridad que ilumina sus mentes fortalecen su carácter y se lanzan a la aventura de la politiquería que les va a permitir una mejor posición en el futuro.
Muchos de los que escogen el camino fácil, son personas que no tienen una sólida preparación, pero como imitar y emular virtudes no es nada difícil, siempre será el camino por donde transitan los que carecen de los más elementales principios de decencia y por el contrario son arrogantes con total falta de modestia y humildad, al punto que creen saberlo todo aunque tengan un cerebro vacío que los llena de vanidad. Ahora vemos con motivo de las elecciones que se aproximan, cómo surgen “en el circo político” quienes jamás han dado una demostración en el paso por la vida de haberse preocupado por los problemas de sus ciudades y pueblos; pero que como son poseedores de dinero para gastar en campañas o por apellidos de antepasados que se enraizaron en la consciencia de los ciudadanos, esto constituye “la elite de los escogidos” para que nos representen en funciones que no estuvieron ni están preparados para enfrentar.
De esta manera, nuestra Patria, nuestros pueblos y ciudades que nos vieron nacer han ido de tumbo en tumbo luchando para sobrevivir, porque quienes nos gobernaron no supieron manejar con consciencia clara la tarea que tomarían. Tenemos que esquivar a fuerza de cualquier sacrificio a políticos oportunistas que han hecho de ésta una profesión y el medio más fácil para prodigarse felicidad. Hay que programar la agenda de las reivindicaciones con un alto sentido de responsabilidad, dejando a un lado el ocio en detrimento del trabajo dignificante. Que se termine, como dice Voltaire, la enfermedad de la pasión de dominar que se convierte en un infierno cuando no cumplimos la meta que los seres dignos prometen a su pueblo y que al no hacerlo viven con su mente perturbada.