De su propio chocolate…

Alfonso Espín Mosquera

El Gobierno siempre trae sus “ases” bajo la manga y, como sorpresa de fin de año, se lanza un nuevo escándalo de corrupción, con el que quedan pequeños los “Capayas”. Lo cierto es que a poco de las elecciones parecería que, por su propia cuenta, los candidatos oficiales se van perfilando al despeñadero.


Aunque la obra civil en carreteras, por ejemplo, sea visible, la corrupción del Régimen es inconmensurablemente gigante y se entendería desastrosa para fines electorales; sin embargo, en el país nada nos debe asombrar, pues aquello que parece inverosímil por todos los frentes, resulta cierto.


No es de extrañar que la exjueza que ganó una fama inusitada, mañana aparezca ostentando un nuevo cargo público, o en poco tiempo “graduada” de analista política y, por tanto, generando opinión pública. Quién sabe otra vez en las mismas funciones o de candidata a la misma Asamblea.


Uno de los grandes problemas de Ecuador es la memoria, es por eso que el Primer Mandatario repetía una y otra vez “prohibido olvidar”, haciendo mención a las penurias y desacatos de otros gobiernos, sin sospechar que en el suyo han estadospeces bien gordos y dotados de “fina habilidad” para los “chanchullos”; sin saber, posiblemente, que estaba rodeado de algunos “uñas largas”.


Surge preguntarse si todavía usará esa frase de “prohibido olvidar” para sus propios funcionarios o con ellos vale el Alzheimer, porque ahora sí los ciudadanos tendremos que hacerle caso, pues cómo vamos a olvidar tanta corrupción en Petroecuador, el caso Odebrech, los sobreprecios, las coimas, las tarimas y tanto canto y baile con el que nos torturaron todos los sábados.


Tantos nombres, apellidos y expresiones que al pronunciarlos nos enferman y nos recuerdan el origen del mal, sin contar con tanta ley infame que han aprobado abusan do de una mayoría irrazonable en la Asamblea, que también han sido parte de este show político que ya va en casi diez años.


A nombre de homenaje político póstumo, deberíamos castigarles con nuestro voto y ciertamente nunca olvidarnos de esta barbarie que nos ha sumido en una de las más grandes crisis económicas de la historia, para no volver a equivocarnos.


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