Fantasma de indecisiones en la UTE-LVT


ATILIO RUGEL ALBÁN

“¿Quién puede vanagloriarse de no tener defectos? examinando los suyos, aprende cada uno a perdonar los de los demás”, Pietro Metastasio. Hay personas que por su grado de inmadurez, a pesar de ser adultas, no aceptan ningún tipo de críticas como si estuvieran vacunadas contra éstas; craso error, porque nada es inmune a ellas. Hay que aprender en la escuela de la vida a perdonarnos a nosotros mismos por los errores que cometemos. No somos falibles ni nuestra conducta está exenta de imperfección y que nuestros errores y torpezas no hagan sucumbir la nave que se conduce.
La UTE-L VT está sobrepasando las cuatro décadas de existencia y su accionar ha estado lleno de turbulencias para los oportunistas que nunca faltaron y que pensaron que el primer centro de educación superior de Esmeraldas, que nació bajo la pujanza de un pueblo que reclamaba a gritos su existencia, logró concretarse y eso está resumido en su historia que refleja las vicisitudes que hubo que afrontar. Si hubiéramos sido conscientes de esta realidad, probablemente el Alma Máter no estuviera enfrentando el drama de su acreditación que la mejore de categoría y que le quite el fantasma de desaparecer.
Muchos rectores han desfilado en el campo administrativo, pero algunos creyeron que eso era una dependencia de naturaleza propia y se convirtieron en enemigos gratuitos de profesores y otros estamentos apoyados por grupos retardatarios, que solo les interesaba el bien personal. En esas condiciones en menos de 10 años han desfilado autoridades que con la patente de rectores no solucionaron nada y por el contrario aumentaron la burocracia llevando a sus amigos a dignidades cuyo manejo desconocían, pero conscientes que respaldarían sus erróneas decisiones.
Esto lo sabe toda la Universidad y para nadie es desconocido que se siguen cometiendo las mismas falencias. Estas actitudes nefastas no pueden continuar porque la educación debe marcar un camino limpio donde todos los estamentos marchen en la misma dirección, cuyo norte es buscar la excelencia. Conozco que ahora que se inauguraron los cursos de nivelación para los nuevos bachilleres, parece que se excedieron en el número de alumnos inscritos y el primer día marcó el desorden porque no había dónde sentarlos y las aulas estaban saturadas.
Que la espiral de desaciertos se corrija y entiendan que estos descuidos no constituyen debilidad, sino falta de entereza y firmeza en las decisiones. Como esmeraldeño y así pensamos todos a quienes les tocó el turno de gobernar este centro educativo, que cierren los capítulos del enjambre de equivocaciones y pasen la página, porque lo que quiere Esmeraldas es que su Universidad viva por siempre.