Silencios heredados

Kléber Mantilla Cisneros

El silencio del candidato Lenín Moreno, ante un pedido de debate presidencial, muestra una figura obsoleta, indescifrable, a la espera de la famosa posverdad local y el lavado de cerebros de su antecesor. El registro masivo de difuntos y desaparecidos en los padrones electorales contribuye a esa vergüenza de ganar, no solo con la mentira política, sino con un fraude pragmático sacado del marketing.
Con una declaratoria de guerra a pelear en las calles ante los secretos de un desconocido, del misterioso cómplice del relevo, del mediocre tapiñado sin autocrítica, un inválido por su poco espíritu: ¡correístas o nadie! ¡Nosotros o ninguno! ¡Conmigo o sin mí! ¡Yo o los otros!
Louis Menand, en el libro ‘El club de los metafísicos’, indica que ‘las creencias están ligadas al desarrollo de la acción humana. Las disposiciones y motivos de cada persona ocasionan obrar de una manera determinada’. Ese llamado a la emoción y la creencia personal antes que a hechos objetivos de la realidad.
Mientras la corrupción es un hecho evidente y desastroso, al electorado lo que le preocupa es lo inmediato y a Moreno reproducir el correato. La creencia: ‘millones de nuevas plazas de empleo’ que nunca las crearon. No importa la abismal crisis heredada, un país empeñado, la falta de libertades, de ética. Menos el totalitarismo institucional a punta de propaganda.
Pero la fecha de caducidad de la marca Rafael Correa tiene nombres. Dos son clave: Bayardo Poveda Camacho y Pablo Romero Quezada. Estos dos, juntos, reflejan el desquiciamiento correísta, la proliferación de una estirpe abusiva, el eufemismo amañado sin crítica, la persecución a medios independientes y el insulto como práctica.
Esa cofradía descarada de Alianza PAÍS permite la irrupción frágil de cualquier estilo de oposición, porque fue responsable del mal uso de aquellos decretos de emergencia, de las tales alianzas estratégicas y esas contrataciones directas a dedo. Sabe sobre contaminación institucional omnipresente cuando la mentira se asume como verdad ideológica. El silencio de Moreno a debatir lo demuestra. El camino trazado por Maduro en Venezuela es un buen mapa a seguir. ¿Métodos sin pensamiento? ¿Silencios heredados?



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