Kléber Mantilla Cisneros
El posible triunfo del binomio Lenín Moreno y Jorge Glas es una prueba de incoherencia política. La ineptitud administrativa y la corrupción comprobada se apropian con desfachatez del valor republicano y libertades democráticas a través de la demagogia y la mentira a ultranza.
La sociedad civil, en teoría, está cansada del autoritarismo y corrupción de una década de caudillismo y despilfarro. Sin embargo, en la práctica, la falta de capitalización del anti-correísmo, la atomización de la oposición y el cacicazgo regional egoísta remueven el escenario electoral de segunda vuelta. La competencia desleal por llegar a Carondelet es un verdadero acto de estoicismo y anti fascismo. Falta apoyo.
Una maquinaria estatal sometida junto al más grande monopolio de medios de propaganda del oficialismo amenaza con detener el proceso de recuperación de libertades. ¿Un 2 de abril será el día para el desparpajo, el fraude atroz y el secuestro de la voluntad popular?
Al parecer, por razones de salud Moreno en unos meses tendrá que encargar el poder a Glas. Una mitad del país lo identifica al responsable de la ruina moral del correato, al responsable político de la corrupción de Petroecuador y lo enfrentará en luchas callejeras e incendiarias. La otra mitad creerá que se puede continuar con ese modelo derrochador y pasará a vivir la era del desencanto y la disidencia.
¿Quién dará la cara a la economía de ficción heredada? ¿Sin rendición de cuentas de contratos petroleros e hidroeléctricas justificarán la lista de coimas de Odebrecht? ¿Y el déficit fiscal sin maquillajes? ¿Cómo sostendrán el seguro social y militar los próximos años? ¿Acaso los van a desaparecer? ¿Qué instituciones salen y se quedan? ¿No pelearán entre correístas y glasistas? ¿Los bancos chinos no aplicarán embargos de territorios y recursos naturales ante la posible ola de insolvencia que se avecina? ¿Qué tal si en la lista de corruptos consta el próximo mandatario y todo el buró de sabios? ¿A quién los desempleados nos encomendamos?