Fanatismo y ceguera…


Alfonso Espín Mosquera

Un artículo de opinión de diario El Telégrafo, el viernes pasado, empieza así: “Los resultados del balotaje electoral, del domingo pasado en nuestra patria, han confirmado el triunfo del binomio presidencial Lenín Moreno-Jorge Glas, reiterando la victoria popular en la primera vuelta electoral, lauros fundamentales para la Revolución Ciudadana, que permitirá a Ecuador continuar la obra redentora del proyecto exitoso, conducido por Rafael Correa.”
Que gane Moreno, siempre y cuando sea honrado el triunfo, es una decisión de los ciudadanos, pero asusta la ceguera a la que conducen los fanatismos para no entender que se han cometido errores muy graves en este Gobierno, como para no pensar siquiera en un “proyecto exitoso” y peor en la “redención” a partir de esta llamada revolución ciudadana.
En estos diez largos años pensar diferente al Presidente, “mirarle feo” y, peor aún, oponerse, han evidenciado la prepotencia del movimiento AP, adueñado de casi treinta medios de comunicación y con patente de corso para hacer lo que le da la gana. Ayer nomás una radio adepta al régimen abría sus micrófonos, como todos los días desde hace años, para que la gente se pronunciara contra del candidato Lasso y le lanzara flores al gobierno; sin embargo, otra radio no alineada al correísmo, Visión, que trató de hacer lo mismo durante horas, es advertida y sentenciada a silenciarse.
La misma Ley castiga a unos y felicita a otros. Bien decía la venezolana Daniela Alvarado, en un discursos a nombre de los jóvenes, ante la asamblea legislativa venezolana, que un padre le dijo a su hijo, que no vale la pena estudiar nada en Venezuela, pues no hay oportunidades y que lo único que queda es o hacerse beisbolista y marcharse del país o meterse al “chavismo” para asegurar bienestar. Ahora resulta que quienes se oponen a los verdes de AP son ricachos, banqueros, guapos, aniñados y los seguidores de Glas, pobres, feos, humildes, proletarios, en una falsa y gravísima división en la que el régimen quiere ponerle a la ciudadanía.
Honestidad, equidad y respeto al pensamiento ajeno es lo que se ha perdido hace diez años.


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