Desafíos del editor

Roque Rivas Zambrano

En la búsqueda de la calidad periodística se establecen numerosos filtros. Un texto publicado es producto de la cobertura de un hecho, horas de transcripción, escritura y un intenso trabajo de corrección y edición.

Leila Guerriero, periodista y cronista argentina, dijo alguna vez en una entrevista que un buen editor es, antes que nada, un muy buen lector. “Un editor es un ser que ama la lectura y es capaz de darle a un texto una lectura profunda… Tiene que haber un talento relacionado con la generosidad: el momento de la edición no le pertenece al editor, sino al autor”.

Contrario a la idea de que el editor es una especie de “gurú” que posee todas las respuestas, se trata de una persona con la capacidad de desarrollar una habilidad que requiere de tiempo y con la práctica.

Guerriero confiesa que desde que empezó a editar, tanto en Gatopardo (revista mexicana) como en libros, se afiló su mirada sobre sus propios textos. “Siempre fui minuciosa y exigente, pero cuando como editor exiges algo de un autor no puedes esforzarte menos”, sentencia.

Sin embargo ese esfuerzo extra no es la única exigencia. Como en todas las instancias del periodismo la tecnología plantea nuevos desafíos y quienes se dedican a la edición enfrentan también nuevas demandas. El año pasado, la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano realizó un seminario en el que reflexionaban sobre el papel del editor.

Jean François Fogel, de ‘Le Monde’, explicó que el editor ya no es el rey de los contenidos. La audiencia comparte la tarea y compite con él. Según Fogel, esta figura tiene que enfrentar la fragmentación, personalización y agregación de contenidos en los medios. Pero el desafío más importante es el del emprender el camino hacia el cambio…

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