Gerifaltes

AUTOR Patricio Durán

El gerifalte es un halcón grande, de color blanco con manchas negras y sombras grises, muy apreciado por los antiguos cetreros, originario del norte de Europa. La palabra “gerifalte” aparece por primera vez en la Literatura Española en la “Tragedia de Calisto y Melibea” (La Celestina). La palabra aparece en boca de Sempronio, el criado de Calisto (“Abatióse el gerifalte y vínele a enderezar en el alcándera”).

“Gerifaltes” también son sinónimos de “caciques”, “entendidos” y hasta “ladrones”… pero sobre todo “jefes” (por aproximación cacofónica de ambas palabras). De lo que vamos a tratar en el presente artículo es del “Gerifalte Mayor” de la Contraloría.

Uno lo tiene muy escrito el “dictum de Acton”: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Esta frase se suele utilizar para zanjar comentarios provocados por los casos de corrupción que se dan en instituciones o ámbitos políticos, religiosos, militares, patronales, sindicales, etc., comprobándose que el control del poder no existe o se encuentra maniatado por el miedo o por el interés.

La corrupción no tiene leyes, pero tiene nombres propios. Un proceso grande y largo de corrupción, se coagula de pronto en un nombre propio, cristaliza en un personaje que no es sino el final de la serie. Así, la larga decadencia de la “revolución ciudadana” se coagula de pronto en un “Gerifalte” que fue Ministro de Bienestar Social, Secretario General de la Presidencia de la República del Ecuador, Gobernador de la provincia del Guayas, Administrador de Aduanas, Presidente de la Función de Transparencia y Control Social, Contralor General del Estado y otros cargos desempeñados en la función pública y una serie de actividades extracurriculares. Todo esto se resume en la hoja de vida, rectangular y hermética, de Carlos Pólit Faggioni. Continuará.