La misa de indios

POR: Germánico Solis

Era claro para los años setentas la existencia de dos grupos etnográficos marcados en Otavalo: los mestizos en algunos casos autodenominados blancos y el de los indígenas.

Así mismo, innegables las relaciones de desigualdad y conflicto. En la actualidad las correspondencias interétnicas se mantienen y quizá pueden encontrarse fingidas o maquilladas.

La doctrina cristiana es ejercida por la mayoría de habitantes de la población otavaleña, de allí que las ceremonias de los bautizos, entierros, matrimonios, misas, conjuros, las de extremaunción, son comunes en los dos grupos.

Sin embargo que la devoción católica profesa la igualdad humana y las que tienen las almas, en la práctica no ocurre así.

Fue y es notorio el trato despreciativo al indígena por parte de los mestizos, incluso de quienes son los encargados del servicio eclesiástico. El desabrimiento clemente por parte de los sacerdotes y las prácticas usuales por parte de los indígenas: besar la mano o el anillo del cura, la reverencia humillante, la sumisión de arrodillarse para pedir la bendición, son revelaciones de desigualdad que el grupo mestizo no se ejercita y tampoco acepta, pues se considera al nativo como inferior, juicio que desvaloriza la dignidad y resta los derechos que tiene como humano.

La misa católica convoca a la mayoría de piadosos y es una práctica inevitable para alivianar el peso de los yerros cometidos durante la semana. En Otavalo las iglesias se han llenado en todos los horarios, y han sido los espacios para el arrepentimiento y tribuna de los curas oficiantes para reconvenir a los pecadores.

En las tres iglesias principales de Otavalo, existieron horas para la misa de los “blancos”, y otras para la misa de los indios. Subordinando de esta manera al sector indígena para que asista en horas determinadas a los cultos, y si uno u otro grupo asistía a las misas que no correspondía a su linaje, había sitios especiales para que ocupe uno u otro grupo. De esta manera se configura en la religión católica la diferencia de personas, unas con ventajas, mientras que las otras, estaban estigmatizadas por los evangelizadores como consecuencia de un tramposo racismo y artero acuerdo con una sociedad intolerante instaurada por el sector mestizo.