Las leyes del mercado

JORGE ZAMBRANO ANDRADE

Una de las consecuencias de esta crisis económica mundial ha sido el desenmascaramiento de muchos de los defensores, en algunos casos a expensas, de las sacrosantas leyes del mercado. Hay casos que resultan ridículos, como rechazando el dogma neoliberal.

Pero qué ha pasado en nuestro país en estos no 30 gloriosos años, como dicen sino en los últimos 40 años, que además rememoran el movimiento estudiantil del 68 y la represión gubernamental.

Muchos de esos estudiantes regresaron y arribaron al gobierno. A partir de ahí inició la debacle que hoy vivimos en este país. Hace 40 años éramos menos pobres que ahora, la desigualdad social era menor y el empleo era una situación al alcance de la mayoría.

¿Qué sucedió entonces? Que aplicaron las políticas aprendidas con sus maestros, teóricos que en su vida habían dirigido algo más que su pluma fuente, e inició la pérdida del Estado del control de la economía. Vinieron las privatizaciones de las empresas públicas o su desmantelamiento y, producto de ello, varios de sus adquirentes se encuentran en las listas de los más ricos del mundo. Todo se subastaba supuestamente al mejor postor y con ello, también supuestamente, el país crecería. Pero la realidad ha sido otra.

Uno de los mejores ejemplos de lo que significa la actual crisis del capitalismo lo dan los ejecutivos de las empresas en algunas de las cuales el gobierno estadounidense ha tenido que tomar las riendas para salvarlas, quienes en conjunto se van a llevar, cuando menos, más de 300 millones de dólares como salarios e indemnizaciones por el fracaso cometido. Esta es la verdadera alma del capitalismo: en primer lugar la avaricia, luego el cumplimiento de la ley. Y al final siempre salen avante y multimillonarios.

Resulta curioso que ahora en nuestro país se lancen campañas para educar financieramente a la población, cuando los primeros que deben educarse son los miembros de dichas instituciones que, bajo engaños, argucias y teniendo como único dogma el becerro de oro, han metido a todo el mundo en este caos. Pero una vez más: ¿dónde están aquellos que vendieron los cristales y se llevaron el oro? ¿Por qué no dicen algo? Al menos que reconozcan su error.

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