Vitral histórico

POR: Luis Fernando Revelo

Ubicarse frente a un vitral es estar frente a una verdadera obra de arte, una composición en forma de mosaico con vidrios de colores, cuyo máximo esplendor se alcanza cuando la figura se contrapone a la luz resaltando las tonalidades y dando vida a la obra.

Este vocablo hace referencia a una vidriera que exhibe diferentes colores. Se sabe que el origen de los vitrales se remonta a la antigüedad. Ya en los tiempos del Imperio Romano, solían utilizarse en los edificios religiosos. A partir del siglo XIII, con el apogeo de la arquitectura gótica, el uso de vitrales se masificó para la representación de escenas históricas o pertenecientes al campo de la religión.

Si bien es cierto, es una manifestación artística muy antigua, sin embargo la esencia de la técnica se conserva sin transformaciones. Son famosos los vitrales del Jardín Botánico de México, el Glory Window – Capilla de Acción de Gracias de Dallas, EE.UU.; Jardín de Invierno del Instituto de las Ursulinas de Bélgica; el Mapparium, Biblioteca Mary Baker Eddy de Boston, EE.UU.; el de la Catedral Grossmunster de Zurich, Suiza, entre otros.

Hablando de vitrales, por supuesto que tenemos que referirnos a la obra monumental del artista plástico José Villarreal, que acaba de entregar a la ciudadanía ibarreña nuestro Burgomaestre Álvaro Castillo, un vitral de 10 metros de largo por 3 metros de ancho, donde se registra la gesta heroica del 17 de Julio, la única batalla donde el genio y la acción de Bolívar se levantaron excelsos, con su ardiente espada, para castigar a los sediciosos de Pasto comandados por Agustín Agualongo, que hollaron a la muy noble e hidalga Villa de San Miguel de Ibarra.

Así se perenniza el valor histórico de esta batalla que consolidó la libertad ecuatoriana.

¡Enhorabuena!