No es democrático, que un gobierno so pretexto de tener la fuerza legal, abuse de esa fuerza como poder omnímodo, sin realizar un verdadero análisis, fundamentado en una profunda interiorización del pensamiento, que no permita el más mínimo error, en plantear soluciones a las demandas de la colectividad; es decir a los reclamos del soberano o mandantes, gracias a quienes están ejerciendo el poder. Entonces lo que se necesita es reflexionar, una y mil veces , para darle al césar lo que es del césar y al pueblo lo que es del pueblo.
La terquedad o podríamos llamarla también testarudez, tengo entendido que son del mismo clan de la intransigencia, por lo tanto las unas como las otras, tienden a hacer fracasar cualquier tipo de diálogo o entendimiento. Desde que se iniciaron las marchas, como protestas del sector indígena, el país atraviesa un cierto grado de intranquilidad, que a medida que pasan los días, va en aumento, siendo lo más grave, que esas marchas considerables, van creciendo, sin que el gobierno tome una solución inteligente y reflexiva, que se aparte irremediablemente de esa terquedad o testarudez, que permite pensar, que no existe en el gobierno la voluntad de solucionar el problema.
No se dan cuenta, más bien parece que se han puesto una venda en los ojos, o podría ser como aquel que ve caer una piedra sobre su cabeza y en lugar de apartarse, tontamente cierra los ojos.
El gobierno debe ser sensible al clamor ciudadano, que cada día va en aumento en toda la geografía ecuatoriana, con el ánimo exacerbado, próximo a convertirse en un alud de protestas generalizadas muy peligroso para la estabilidad del país.
Echar leña al fuego es lo peor que puede hacer el gobierno y eso es lo que está haciendo, al sacar a las calles al ejército apartándolo de sus funciones, haciéndole perder respeto y sobre todo crear un estallido de violencia como enfrentamiento.
El gobierno y La Asamblea deben olvidarse de las enmiendas y establecer un diálogo franco, sin ataduras, olvidándose que pertenecen a Alianza País.