MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA
Hace pocas horas mientras trataba de organizar mis ideas para escribir mi artículo semanal, repasaba las noticias de la semana y qué pesar encontrarme con historias nefastas para nuestro país, al parecer la nube de la corrupción intenta ensombrecernos. Lo más triste es que en todos los ámbitos nos estamos destacando por lo funesto: mujeres víctimas de la llamada violencia de género, accidentes automovilísticos que enlutan a muchas familias, niños abusados no solamente física, sino que también sexualmente, animales abandonados y violentados. Qué pesar y que desolación me dio al pensar lo que estamos dejando para la posteridad, ¿acaso es esto lo que queremos dejar a nuestros hijos?
De pronto, en medio de todo este desasosiego, me encuentro con una grata noticia, que les relato a continuación: Hace un par de semanas, una ballena gigante quedó varada en Punta Carnero, provincia de Santa Elena; gracias a la intervención oportuna de los turistas y lugareños, luego de muchas horas de ardua labor, se consiguió enrumbar a la ballena nuevamente hacia mar adentro. Esplendida nota, lo mejor de todo es que la leí en un diario chileno.
Esta noticia me devolvió la esperanza, de qué lejos de toda aquella desazón que quiere imponerse, son y deben ser las buenas acciones las que hay que destacar. Habiendo tanta gente honesta y trabajadora, por qué no mostrar a nuestros hijos que con denodado esfuerzo es como se construyen las sociedades, que es con la educación en valores que tendremos armonía con los seres humanos y el entorno.
No estoy queriendo decir que pretendamos tapar el sol con un dedo y hacernos de la vista gorda ante tantos sinvergüenzas corruptos que pretenden imponernos su modus vivendi, sino al contrario, que cada uno desde nuestra trinchera, es decir, hogar o puesto de trabajo, demostrar quienes somos los ecuatorianos y que no permitiremos que los sátrapas se asuman nuestro nombre para representarnos.