Perplejos

Está diezmando a la población ecuatoriana. La enfermedad empieza con una enorme ansiedad por apoderarse de lo ajeno. La visión del afectado se nubla y esto le impide ver lo torpe de su accionar. Sus oídos ensordecen ante el frenesí de su galopante codicia. Las uñas le empiezan a crecer en forma impresionante hasta incrustarse en una sola masa con el ansiado botín. Su corazón late impasible y jamás se inmuta ante la obstinación de andar por malos caminos. La sustancia gris del cerebro se ahoga en los fluidos tóxicos de la soberbia. Perplejos estamos ante el avance de esta epidemia, pues conocemos que es muy contagiosa. Lo más grave de todo es que la afectación neuronal les hace creer, a quienes la padecen, que son inmunes ante los requerimientos de la justicia, que jamás pisarán una cárcel y que nunca serán señalados por los demás. Contra esta peste existe una vacuna muy eficaz, pero muy difícil de conseguir que se llama “honradez”.

Gustavo Vela Ycaza
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