Conmemoraciones cívicas

Franklin Barriga López

La atmósfera en que se desenvolvió el anterior régimen fue de farándula y propaganda desmedida, inyectada de alevosía, secretismo y turbiedad.

Con cada día que pasa, la opinión pública aumenta su indignación por aquello que se ha hecho tras las sombras y va develándose. Se espera que las investigaciones continúen con dinamismo y corrección, para que los culpables de increíbles actos delictivos paguen sus culpas y brillen sanos precedentes en contra de la impunidad. Se habla de mafias que se infiltraron en el manejo de los fondos públicos. El tiempo dirá sobre el desenlace de estos acontecimientos que mantienen al país en expectativa.

En este escenario, la cultura poco o nada significó; las urgencias iban en otro sentido: basta hacer la puntualización de diez ministros que pasaron por esa cartera en una década para darse cuenta de la improvisación y hasta mediocridad, en no pocos casos, que prevaleció.

No es de extrañarse que en este panorama las conmemoraciones cívicas hayan ido desluciéndose, sin el menor concepto de lo que ellas significan para la identidad, el orgullo y el desarrollo nacional.

Ha hecho bien el presidente Moreno en restablecer la Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas, que antes del gobierno indicado cumplió funciones importantes. Para el cumplimiento de esta acertada resolución se contará con la participación directa de la Academia Nacional de Historia y también de la Militar.

En buena hora que ello acontezca: Ecuador tiene lauros y personajes cuya memoria jamás debe caer en el olvido, para su respetabilidad, superación y ejemplo de generaciones. El civismo es amor a la Patria, compromiso con su propia existencia, para servirla de la mejor manera y afianzar su perdurabilidad y grandeza.

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