La política perfecta

Carlos Freile

Salvo que los hechos por venir demuestren lo contrario, los dirigentes de Alianza PAIS han demostrado ser los Paganini de la política, virtuosos diabólicos para dominar la escena pública nacional: han logrado unir en su propio partido a Gobierno y Oposición. Ellos gobiernan y ellos se oponen. No se puede pedir mayor éxito en el arte de lo posible, como alguien definió a la Política. Declaraciones van y vienen, de un lado y de otro; se lanzan epítetos no precisamente laudatorios; algunos viajan para tratar de reconciliar a las partes en discordia…. Palabras, palabras, palabras. ¿Y el pueblo? ¿Y la gente? Engatusada. Los ecuatorianos semejamos a un rebaño de yaks siberianos atiborrados de valium, lentos no solo para movernos, sino para pensar.

Desde esta modesta trinchera periodística me pregunto y me dirijo al respetable: ¿Cuántas medidas realmente contrarias al talante de Alianza PAIS se han llevado adelante en estas semanas? Desde el Gobierno se han lanzado críticas a la ominosa década pasada, es verdad; pero las críticas son mero viento de voz cuando las hace quien puede comenzar a cambiar el rumbo de la nave del estado. ¿Cuántos proyectos de ley se han enviado a la Asamblea? ¿Qué reformas ha emprendido la Asamblea? Formulen las preguntas que quieran en esa dirección, no obtendrán respuestas.

Siempre ha sido un lugar común afirmar que nuestro país ha tenido poco peso en el concierto internacional por sus minúsulos aportes en todos los ámbitos, nos quejábamos de no tener un escritor entre los del “Boom”, y hasta “nos dieron inventando” uno, el riobambeño Chiriboga, no hemos contribuido con inventos renovadores, ni nada por el estilo; pero ahora sí hemos pateado el tablero de la política, hemos inventado la acción y la reacción dentro de la misma tienda política, tenemos Gobierno y Oposición del mismo color, verde dólar, verde sapo, verde bilis.

La gente embaucada se engoloSina con la bondad de algunos, pero olvida que “obras son amores y no buenas razones”.

(Prohibido pendejear: castigo para corruptos y encubridores).

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