El tesoro de las islas

Rosalía Arteaga Serrano

Tuvieron el nombre fantástico de Encantadas, porque se pensaba que aparecían y desaparecían en la mitad del océano, fueron refugio de los piratas, que se abastecían en sus costas de alimentos y les servía para el descanso luego de agotadoras jornadas.

El famoso naturalista Charles Darwin las visitó y esa visita fue marcante para el desarrollo de su teoría de la Selección Natural y la Evolución de las Especies. Fueron declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, y ha sido, por todos, conocida la extraordinaria riqueza biológica que contiene este laboratorio natural, con una convivencia pacífica de especies endémicas que rebasa los estadios de la imaginación.

La riqueza no se limita al territorio marítimo, sino que son sus aguas riquísimas depositarias de especies marinas que encuentran en esta zona privilegiada su hábitat natural debido a su posición geográfica, al cruce de corrientes marinas y también al aislamiento que la distancia del continente les ha provisto.

No estamos de ninguna manera hablando de minerales y de piedras preciosas, sino a unos mucho más trascendentes y también frágiles, hablamos de esa diversidad que le es tan propia y que ahora se halla en serio riesgo por la presencia de una enorme flota pesquera China, que nos tiene angustiados y sublevados a buena parte de los ecuatorianos.

Los pesqueros chinos son depredadores, ya han actuado en otras regiones del planeta, dejando devastación a su paso; por ello, la presencia de alrededor de 300 pesqueros en el límite de sus aguas patrimoniales es algo que debe motivar la defensa total de este territorio, y dicha defensa debe estar encabezada por las más altas autoridades del Estado, sin que quede sombra de duda de la frontalidad y de la decisión de quienes manejan la política exterior ecuatoriana.

[email protected]