Maquillajes

Franklin Barriga López

En la revista parisina Le Point se dio a conocer que el presidente Emmanuel Macron gastó 26 mil euros, en los primeros tres meses de ejercicio en el poder.

Frente a lo acontecido, que corresponde especialmente al pago de una persona para arreglar el físico del mandatario antes de sus apariciones televisivas y permanencia en el exterior, el gobierno francés ha informado que extinguirá inmediatamente esas erogaciones, como ejemplo de austeridad y rectificación.

Esta noticia genera reflexiones sobre la utilización de los fondos públicos y las correcciones que hacen los regímenes cuando detectan falencias. En este caso ha existido un no recomendable utilización de recursos, nada más. En cambio por otros lares el maquillaje va hacia acciones envueltas en latrocinios descarados que se pretenden encubrir con argumentos del mayor cinismo.

Cuando esto sucede, no hay artificio que valga porque, tarde o temprano, las irregularidades son descubiertas, obviamente cuando las redes de la impunidad no han cubierto las prácticas de los organismos llamados a velar por el control de esos recursos o a sancionar a los malhechores enquistados en puestos claves de la administración pública o vinculados a grupos organizados para delinquir de esa manera.

Cualquier retoque o colorete que se pretenda dar a los actos indebidos delata a sus autores y cómplices. El verdadero rostro de la corrupción es inocultable, desde el momento en que comienza a sobresalir por efecto de las trapacerías que, de la noche a la mañana, convierten a gente sin escrúpulos en arrogantes multimillonarios.

El poder político es pasajero. Cuando menos se piensa la situación cambia y allí es donde salen a flote los actos ilícitos que ningún maquillaje puede encubrir, cuando prevalece la honestidad.

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