La secta

Freddy Rodríguez

Una de las acepciones del vocablo “secta”, es aquella que alude a “una comunidad cerrada, que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”. Haciendo una analogía entre esta definición y los comportamientos de ciertos grupos políticos, algunos analistas, entre ellos Fernando Vega, ex asambleísta constituyente revolucionario, alejado del redil hace mucho tiempo, opinan que el movimiento político Alianza PAIS ha dejado de ser tal, y se ha convertido en una “secta”, en donde existe un líder supremo, auto exiliado en un ático en Bruselas, que pontifica sobre lo humano y lo divino, cuyas directrices son aceptadas ciegamente por sus fanáticos seguidores, quienes las reproducen en sus cuentas de twitter con una violencia digna de mejor causa. Su fanatismo ha llegado a tal grado, que no han tenido ningún empacho en repetir mentiras sobre hechos fácilmente comprobables, como aquella a la que hizo alusión anteayer mi compañero de columna y amigo, Andrés Pachano, relacionada con Carlos Pólit, quien jamás ejerció las funciones de Contralor en el gobierno de Gutiérrez, como lo afirmó muy suelto de huesos el ex jefe de todos los jefes desde su obscuro ático. Resulta patético mirar las fotos de los miembros de la secta, sentados como en escuela, siguiendo contritos y emocionados la transmisión originada allende los mares, haciendo genuflexiones y gritando ¡vivas! a su idolatrado líder quien, añorando las infamantes diatribas sabatinas, despotrica contra todo y contra todos, especialmente contra Lenín Moreno (otrora paradigma de los valores revolucionarios), y, fiel a su costumbre, enviando veladas instrucciones a ciertas autoridades de control que aún le rinden pleitesía. Terminada la sabatina virtual, las Marcelas, Gabrielas, Doris, Soledades, y algunos troles impresentables, corren presurosos a sus aparatos electrónicos a reproducir las frases “aleccionadoras” de su mentor, y sus comunicados virulentos sobre la necesidad de defender su revolución de “manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes” de las traiciones supuestamente orquestadas por el sucesor.