JORGE ZAMBRANO ANDRADE
La justicia se ha convertido en el arte de solucionar sin solucionar. O más bien, en el arte de hacer divulgación para esconder la ineptitud a la hora de sentenciar. Hoy se suele distraer con temas escandalosos para lograr que la opinión pública aleje su mirada de los verdaderos problemas, menospreciar las voces que insisten en señalar la gravedad, con informaciones falsas al señalar como violadores de la ley a abogados que evidenciaban las corrupciones, había que silenciar por la vía del silencio a quienes las señalaban, defensores de la ley perdieron voz porque quedaron ultrajados.
En mi caso personal llevo 20 años esperando justicia, tendré que esperar, porque lo último que deseo es que no quede en la impunidad el atraco.
Disminuir la importancia de violaciones a la ley con argumentos falsos y con amenazas de todo tipo basadas en argumentos legales. No importa cómo sucedieron las violaciones a la ley, ni los patrones practicados por los delincuentes, ni las pistas hacia una o varias organizaciones criminales, era mejor dejar en paz el asunto y soltar al detenido para que no se investigue mas.
Los jueces, para permanecer en sus cargos, han de estar en buenos términos con la opinión pública. De otra manera no podrían seguir en sus puestos. Cuando llegan a la conclusión de que no es posible resolver un asunto importante y toman conciencia de la incompetencia propia lo que sigue es amenazar al abogado.
Para la administración de la ineptitud, se inventan un problema para distraer la atención, otra fórmula es afirmar que ya se resolvió. Sorprende, con todo, la enorme cantidad de tiempo que los jueces desperdician ocultando su ineptitud. Tiempo que quizá hubiera sido más útil si hubiese sido asignado para atender el problema cuestionado.
Al tratar de administrar la justicia por la vía de la amenaza terminan volviéndose cómplices. La amenaza siempre empaña la conciencia de los problemas y por tanto posterga su solución, para hacer que esta forma de administrar justicia funcione es necesario que la justicia cuente, del otro lado, con una opinión pública favorable y sobre todo desmemoriada, saben que en su sociedad se acostumbran a sus corrupciones. Se necesita también que, sea cómplice y prefiera quedarse callada.