Álvaro Pazmiño exhibe ‘Sesiones frenéticas’ en la Alianza Francesa Quito

‘Sesiones frenética’ reúne 39 obras del artista en la Alianza Francesa.

Álvaro Pazmiño lleva unas gafas oscuras, tan oscuras como su pintura ‘El vuelo del cóndor’. Flaco, con corte mohicano y una camiseta con la figura de Jean-Michel Basquiat, se muestra tan honesto como su obra.

“Busco que mi arte sea un registro de mis sensaciones”, menciona, no sin antes aclarar que la frase le corresponde a Francis Bacon. Y, si bien deja en claro que sus referentes siempre están presentes, sus sensaciones son las que justamente terminan predominando en sus pinturas, donde el frenesí violento es una cachetada a la vista, pero que no lastima sino que más bien despierta al espectador.

Así va tomando forma su exposición ‘Sesiones frenéticas’, que se exhibe en la sala de la Alianza Francesa hasta finales de septiembre.

Entre la combinación de óleos, acrílicos, pasteles, yeso, polvo de mármol con figuras rotas, estampas y recortes de reconocidas obras de destacados artistas y juguetes viejos, el artista propone un diálogo entre el pasado y el presente: “Una relectura de la Historia del Arte frente a la cotidianidad”.

De esta manera da saltos entre el arte urbano, el dadaísmo, lo neofigurativo, el expresionismo abstracto y la abstracción absoluta para desarrollar una serie pictórica que no se deja llevar por una corriente, sino que se confabula con todas ellas para lograr el propósito planteado por Adorno: “hacer arte para uno mismo”.

Sudor

Y de manera frenética –en medio de citas de Panero, de Dalí o Roy Sigüenza-, Pazmiño, un lector empedernido, da cuenta de sus propósitos: “No hay consejos morales en mi obra. No creo en la inspiración, creo en el trabajo constante. En mi caso son sesiones de vivir con las manos, porque la magia se hace con las manos, ¿no? Me levanto y empiezo a gesticular con las manos hasta que estas se articulan con mis pinturas”.

Unas pinturas que dialogan con Picasso, Botticelli, Tiziano, El Greco, Bacon, Basquiat, Rauschenberg, Tàpies… pero desde el instinto, desde el rebelarse frente al boceto.

“Me levanto sin nada. No hay bocetos hasta que se me manifiesta la vida misma. Es que uno se dedica al arte para resolver la necesidad de vivir”, dice el artista, quien pintó más de 100 obras y eligió a 39 para compartir con el público.

Uno de los ambientes lo componen una serie de retratos, donde irónicamente reflexiona sobre el pensar, sobre las propias ideas y cómo estas pueden irse reduciendo a la pura repetición, a la reproducción de conceptos hasta cercenar el propio criterio. Es así como el dolor, el asco o la violencia quedan expresados sin máscaras para describir lo que la sociedad prefiere callar. (DVD)

TOME NOTA

La muestra se exhibe hasta el 29 de septiembre, de lunes a viernes (09:00 a 19:00) y los sábados (09:00 a 13:00).