A Ñucanchi Llacta

POR: Luis Fernando Revelo

Decía un pensador: “La vida huye, el tiempo galopa sobre un corcel que no conoce la fatiga. Misterioso cristal donde se encierra el porvenir y el pasado”. Ya no es el grupito que vio su primera luz un 3 de agosto de 1967. Es toda una institución cultural, que nació en las mentes nutricias de los egregios maestros Segundo Darío Suárez y Consuelo Terán Sevilla para plasmar el florilegio de la danza de terrígena esencia.

Ñucanchi Llacta celebra su Jubileo de Oro de vida artística. Son 50 años de fecunda existencia. 50 años, ropaje vivencial de memorias. 50 años de disfrutar de la magia de la danza. 50 años de difundir nuestra identidad cultural. 50 años de elevar y dignificar a la danza tradicional ecuatoriana. 50 años de caminar con su compañero gemelo, el consagrado grupo El Rondador, juntos estilizando en sus entornos más sobresalientes, estéticos y perdurables, el alma mestiza de la imbabureñidad profunda: plata y oro, amalgamados en el troquel de la historia, del tiempo, cuyas coordenadas avanzan inexorablemente y que ahora señalan con broche de oro su imponderable aporte.

Este fecundo periplo artístico bien merece la sentida congratulación, como lo ha hecho la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura, la Sede Nacional, el Ministerio de Cultura y otras entidades que se han unido a esta manifestación de reconocimiento imperecedero.

Ñucanchi Llacta nació para ser grande, para echar raíces de roble en el árbol milenario de la cultura. Que nuevos y buenos años contemplen a este grupo, bajo la égida brillante de su directora Doña Consuelito Terán, y que siempre dejen como el sembrador de Rabindranath Tagore, un huerto hecho de encantos con el modelado de sus sapientes y caudalosas coreografías.