El nuevo director de Cultura de la AF comparte sus primeras perspectivas tras su llegada a Ecuador.
Charlie Vix llegó a Ecuador para hacerse cargo de la Dirección de Cultura de la Alianza Francesa (AF). No lleva ni un mes en su cargo, pero asegura que un día en Quito le enseñan más que un mes en Francia, lo cual lo motiva.
Su filosofía de trabajo puede resumirse en las palabras de Hortense Archambault, gestora cultural y codirectora del Festival d’Avignon, a quien “admira profundamente”: “Redescubrimos la pequeña voz interior que nos hace ser singular. Esta pequeña voz debemos nutrirla con imaginación y cariño, tener silencios para escucharla en el caos del mundo y asumir que nos recuerda nuestras responsabilidades”.
Esa ‘voz’ es la que trata de escuchar el Director a diario, en este aprendizaje al que considera “una de las más grandes oportunidades de la vida”.
El nuevo director general de la AF, Serge Maller, se ha propuesto en que la cultura sea el detonante para el público. ¿Cómo asume el cargo bajo esta perspectiva?
Es todo un reto porque conozco los deseos de Serge y cómo busca que la promoción cultural sea importante en el convocar públicos. Debo ser sincero y decir que no conozco aún el país, que apenas voy pocos días en Ecuador, pero que tenemos una mirada común con Serge: el que una AF es más que un centro de idiomas para aprender francés. Estoy maravillado con la muestra actual de arte de este mes (‘Sesiones frenéticas’, de Álvaro Pazmiño), hay un restaurante con muy buena comida, hay una biblioteca y un auditorio, en fin, hay varios espacios para hacer de la AF un punto de encuentro y de interacción entre las culturas ecuatoriana y francesa.
¿Qué fue entonces lo que llamó su atención para venir a Quito?
Tuve un primer encuentro con Colombia y fue una gran experiencia y, obviamente, la cercanía entre ambos países es innegable. Encontré una riqueza en estilos y tradiciones que me cautivó. Muchos me decían que los gustos de la gente de Esmeraldas es muy parecida al de la gente de Cali. Entonces, entre mis vivencias me encontraba con una cultura cautivante, cargada de estéticas y de experiencias nuevas para conocer. Lo vi como una oportunidad para lograr un puente entre los artistas de Francia y de Ecuador, pues pienso que ambos se pueden enriquecer con sus culturas.
Más allá de que se concreten y del aprendizaje que vive, debe tener ciertas propuestas. ¿Cuáles son?
Lo primero que hay que entender es que muchas cosas existen y están bien hechas. Se nota el trabajo de Serge y de Fanny (Pagès) y de quienes los antecedieron y eso hay que mantener y potenciar. Está la propuesta de cine francés, la Semana de la Francofonía, la Fiesta de la Música, Marsatac y la reciente Fiesta de la Luz que lleva dos ediciones. Es decir, debemos continuar con las estrategias que permitan fortalecer estos eventos que ya están posicionados. Ya habrá tiempo para ir afinando más eventos. Por ejemplo, me encantaría ver un programa de residencias. Claro, hay que ver presupuestos, pero tú me preguntas qué quisiera proponer.
¿Más residencias como lo proponen con el Premio París?
Sí, pero algo más activo. Los premios, como el que mencionas, permiten que un artista viaje a Francia, pero en la mayoría de tiempo trabaja solo. La idea es concentrar coreógrafos, músicos, gente del teatro y de todas las artes para que llegan a Ecuador, y que ecuatorianos viajen a Francia y compartan. Claro, insisto, hoy Francia no está en sus mejores momentos económicos y estas propuestas dependen de muchos factores, pero sería interesante si se logra.
Hasta el momento, ¿cuál es su primera impresión del ambiente cultural ecuatoriano?
La mejor de las sensaciones porque veo gente con talento y con estéticas interesantes. Hay mucha riqueza en este país y podemos difundirla. Llevo apenas 11 días en Ecuador, pero cada día aprendo más de lo que me podría ofrecer Francia en un mes. (DVD)