Canta y no llores

Franklin Barriga López

A los 42 años del último terremoto que ocasionó graves daños en especial a la capital azteca, esa metrópoli volvió a sufrir nuevos movimientos sísmicos de consecuencias indeseables.

Las desgarradoras escenas ratifican las consecuencias de los desastres naturales que aparecen en todo tiempo y lugar, con efectos que impactan en desmedro del bienestar y desarrollo de los pueblos, de allí la reiteración para que los trabajos de prevención se los haga con la oportunidad y la responsabilidad que corresponden a peligros de esta magnitud.

Las siguientes cifras de la ONU proporcionan una idea de las repercusiones de estos fenómenos que ocurren en todo el planeta, advirtiéndose que en algunos países provocan más daños que en otros, debido a sus condiciones geográficas, educativas, culturales y económicas: en el 2008 hubo 321 desastres de este tipo que cobraron la vida a 235.810 personas, con un costo calculado en 181 mil millones de dólares.

Ante la situación últimamente presentada en México, los ciudadanos de ese hermano país, en medio de lógico y gran sufrimiento, no se pusieron a lamentar su suerte sino que en forma inmediata se dedicaron a las tareas de rescate de las víctimas y más acciones que conllevan los trabajos consiguientes, pero lo hicieron entonando la conocida canción ‘Cielito lindo’, de la autoría de Quirino Fidelino Mendoza y Cortés, que se inspiró en su esposa Catalina Martínez que tenía un lunar junto a su boca. De este huapango que se convirtió en ícono del pueblo desde 1882 en que fue compuesto, con énfasis entonaron la parte que dice “ay, ya, yay, canta y no llores, porque cantando se alegran, Cielito Lindo, los corazones”.

Esta actitud positiva frente a la adversidad es digna de relievarse y debería ser imitada en los lugares donde se rinde culto al abatimiento permanente.

[email protected]