Delación

Rodrigo Santillán Peralbo

¿Quién es más corrupto? ¿El corruptor, el corrupto o el que defiende al corrupto? Debe ser cierta la teoría de que entre delincuentes se protegen y que la delación para reducir penas es el último recurso que le queda al condenado. La delación es una traición entre delincuentes porque comunica o informa a la autoridad sobre un hecho reñido con la ley y con la ética, más aún, es una confesión obligada o voluntaria, pero sobre todo es una acusación o denuncia que hace una persona sobre un delito cometido.

El denunciado por un delator tiene pleno derecho a defenderse, pero no tiene derecho a burlarse de toda una comunidad o sociedad nacional. Puede declararse inocente hasta que se demuestre que es reo. Puede alegar que no tienen pruebas, pero para fiscales y jueces dignos de la función bastarían las múltiples denuncias para encerrarlo en una cárcel y a ellos les corresponde encontrar y exhibir las pruebas sobre el hecho punible que se investiga.

El presidente Moreno, refiriéndose al vicepresidente Glas, dijo que el dedo apunta a ese personaje que ha concentrado su defensa en negar todas las acusaciones, en proclamar que no tienen pruebas, en descalificar a sus denunciantes, en insultar a los medios de comunicación y a los periodistas, en hablar de linchamiento mediático, como si la prensa pudiese ocultar, inmoralmente, todos los indicios que lo implican. El Vicepresidente y sus defensores ofenden al pueblo si creen que todos los ecuatorianos son una sarta de pendejos.

Es un deber ético combatir la corrupción. El delator Santos acusa a Glas de haber recibido 16 millones de dólares a cambio de contratos. Ahora, la Procuraduría del Estado se une a la acusación particular y se cierra el círculo del que Glas solo escaparía con la ayuda de una justicia ineficiente.

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