Bellos rincones abandonados

RELIGIOSO. Capilla abandionada a la que ya le creció vegetación
RELIGIOSO. Capilla abandionada a la que ya le creció vegetación
RAÍCES. Un invernadero que se perdió en el tiempo pero que conserva sus plantas.
RAÍCES. Un invernadero que se perdió en el tiempo pero que conserva sus plantas.
AUTO. Nunca más volvió a andar y se fusionó con el bosque.
AUTO. Nunca más volvió a andar y se fusionó con el bosque.
POLVO. La fascinación por las chimeneas terminó en esta casa abandonada.
POLVO. La fascinación por las chimeneas terminó en esta casa abandonada.
MADERA. Una escalera en espiral que asemeja a un ojo.
MADERA. Una escalera en espiral que asemeja a un ojo.
VACÍO. La sala en el pasado fue un lugar de enciuentro en esta construcción.
VACÍO. La sala en el pasado fue un lugar de enciuentro en esta construcción.
INSTRUMENTO. El piano abandonado que ya no se tocó más.
INSTRUMENTO. El piano abandonado que ya no se tocó más.

El fotógrafo Roman Robroek se demoró cinco años para explorar y fotografiar edificios abandonados en Francia. Los edificios que se ven en las fotos tienen una amplia gama con respecto a su propósito. Han sido, por ejemplo, hogares, iglesias, hospitales, castillos y transportes.

Algunos lugares fueron más difíciles de visitar que otros, según el fotógrafo. “La mayoría de estos edificios se encontraban en los parques, todo estaba abierto y nadie los cuidaba. Algunas construcciones, sin embargo, me obligaron a planear cuidadosamente dónde y cuándo aparcar mi auto, cruzar un parque, subir a una ventana abierta o gatear a través de un agujero. No siempre fue fácil”, explica Robroek para una publicación internacional.

El fotógrafo resaltó que Francia tiene una arquitectura que le fascinó desde un principio. “Esa es una de las razones por las que me encanta fotografiar edificios abandonados en este país. Lo curioso es que hay una notable diferencia entre la parte norte del país y la parte sur”. (CC)