Vandalismo malévolo

POR: Germánico Solis

Hace tres días miré cómo manos canallescas habían quemado un contenedor de basura que estuvo ubicado en la av. Mariano Acosta y la calle Luis Cabezas Borja, junto al antiguo terminal de transportes Expreso Turismo. El constatar semejante fechoría, deprime y surca en la sangre la indignación. ¿Quién o quiénes causaron semejante maldad?

Se ha afirmado en múltiples oportunidades y por diferentes medios, que los contenedores que se colocaron en la ciudad son propiedad de la comunidad y que fueron instalados por iniciativa del GAD de Ibarra, en el afán de ver una ciudad ordenada y limpia.

El atentado deja inquietudes a quienes aportamos a la ciudad para encausarla en el desarrollo y por supuesto verla como una importante urbe de la patria. ¿No hay patrullaje en el sector? ¿No detecta la Policía a vándalos y transgresores que deambulan por calles y parques? Vale recordar que el escenario de esta perversidad es la vereda adjunta a una clínica y cercana al Obelisco. Bien pudieron alertar a la Policía, Bomberos o 911 los guardias que vigilan negocios cercanos o los vecinos que al parecer aceptaron la indolencia.

Un morador del lugar del quebrantamiento narró que han sido continuos los conatos, y que en esta vez la locura de los maniáticos consumió el contenedor, no fue oportuno el auxilio, pues la atrocidad tomó cuerpo y las llamas pudieron más que un balde de agua y el deseo de un habitante que se expuso a la amenaza de los incendiarios.

El hecho criminal es una manifiesta alerta para que las autoridades descubran a los violentos que vagabundean por la ciudad. El suceso no es aislado, algo pasa, pues ya antes se han destruido bienes e hitos urbanos, se pintarrajea, se choca, se quema. Estos actos hacen pensar que ciudadanos y bienes estamos en indefensión, que la ciudad está abandonada.

El Municipio de Ibarra, y las instituciones comprometidas con la seguridad de la ciudad, habrán de dar explicación de este perverso desenfreno, deberán hacer las investigaciones y sancionar con rigor a los responsables de este patibulario hecho.

La ciudad se resiste a perder la credibilidad que aún tienen las autoridades.