Vicepresidente de quién

César Ullóa Tapia

La figura del vicepresidente en el sistema de gobierno ecuatoriano es clave, por cuanto se elige en la misma papeleta en que está el primer mandatario. Históricamente su selección para conformar la lista ha tratado de subsanar la ruptura regional entre Sierra y Costa e incluso el eterno populista Velasco Ibarra lo calificó como un conspirador a tiempo completo con salario incluido. Desde el retorno a la democracia hasta mediados de los 90, el segundo a bordo era responsable de la planificación del Estado a través del extinto Conade y ahora, como en otras constituciones, puede sucederle al presidente por las causales que indica la ley. En otras palabras, este cargo ha sido y es de mucha importancia. Entonces, no pasa por lo simbólico, más bien resulta estratégico y eso lo ha demostrado la inestabilidad del país durante la década de crisis que va entre 1995 al 2005, en donde los segundos terminaron siendo los primeros.

En los gobiernos de Durán Ballén (1992-1996) así como en la década de la revolución ciudadana (2007-2017), la figura del vicepresidente ocupó el primer plano. En el primer caso, porque Alberto Dahik conducía la economía del país y en el segundo, porque el actual Presidente protagonizó uno de los programas sociales de mayor envergadura en las misiones para favorecer a los discapacitados y después por el rol estelar de Jorge Glas debido a su responsabilidad política y técnica en el manejo de los recursos estratégicos. Estos antecedentes desnudan la importancia que tiene este cargo de cara a una hipotética terna que pudiera reemplazar al vicepresidente sin funciones privado de libertad.

En los rumores de la red, así como en los pasillos de cualquier círculo político, se barajan nombres ante la conformación de una posible terna que reemplace a Glas. Y parece que las desafortunadas declaraciones de Rafael Correa sobre el estado de salud de Lenín Moreno sobredimensionan más las elucubraciones. El país necesita poner los pies sobre la tierra y ubicar en su lugar lo que significa integrar un binomio que pueda llegar a ejercer el poder. Lamentablemente, la consulta popular no resuelve estos vacíos y la coyuntura los opaca aún más.

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